lunes, 12 de noviembre de 2012

MANO DE OBRA PARA LA GUERRA

Estados Unidos celebró este domingo el Día de los veteranos de guerra, la mano de obra barata en su histórica economía bélica. Son conmemorados por servir a su patria (entendiendo “servir” como el oficio de arrasar, imponer y apropiarse de lo ajeno); pero, como toda pieza desechable en la economía imperial, una vez que dejan las armas y regresan a casa, su valor decrece. Actualmente, miles de excombatientes se encuentran en el desempleo, sin acceso a los servicios básicos de salud y habitando las calles del país por el cual mataron y vieron morir. Cerca del 15.2% de la gente sin hogar en ese país – los llamados homeless – son veteranos de guerra. Se calcula que al menos novecientos cuarenta y cinco mil veteranos de Irak y Afganistán padecen de desempleo, de los cuales unos sesenta y siete mil carecerían de hogar. 

¿Pero quién querría alistarse y dar la vida por un país que desprecia a sus propios veteranos? La industria militar, como toda buena industria beneficiaria del capitalismo voraz, ha encontrado los insumos necesarios para mantenerse mediante el reclutamiento de la pobreza. El número de elementos castrenses provenientes de las clases socioeconómicas más bajas es desproporcionadamente alto, situación que no dista mucho de las Fuerzas Armadas de otros países. El número de personas de color y de origen hispano es también abrumador. Son los más olvidados los que arriesgan sus vidas para mantener a su familia a costa de la violencia y muerte que exportan al país que, en ese momento, el gobierno en Washington decida que es un peligro. Negocio redondo: así se autofinancia la economía militar más poderosa del mundo. 

Si bien el reclutamiento es voluntario, una vez se es parte del Ejército estadounidense las posibilidades para salir de él antes del término del contrato son escasas. La muerte es una opción y no extrañamente recurrida. Sólo en julio de este año se registraron al menos veintiséis suicidios dentro de las filas estadounidenses en combate. 

¿Qué celebra el presidente Premio Nobel de la Paz de Estados Unidos? ¿El lucro de la pobreza? ¿El número de víctimas que dejaron sus veteranos en otros países? ¿Los millones de dólares que la industria bélica aporta al sector privado y público del suyo? Al final del día, republicanos y demócratas administran la misma empresa.

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