lunes, 9 de julio de 2012

SEGUNDA VUELTA ELECTORAL EN MÉXICO

En términos generales, el sistema de segunda ronda electoral consiste en realizar una segunda votación en la que participan únicamente los dos candidatos que hayan recibido un mayor número de votos en la elección, siempre y cuando ninguno de ellos haya recibido al menos el 50% del sufragio. México es de los pocos países de América Latina que no posee este sistema de origen francés. ¿Qué beneficios ofrece?

La segunda vuelta permite una mayor participación en el resultado final de la elección. Todo ciudadano que haya votado por cualquier candidato que no haya alcanzado ninguno de los dos primeros lugares tendría la posibilidad de elegir entre los que sí lo hicieron al que sea de su agrado o al “menos peor”. Actualmente los mexicanos no podemos darnos el lujo de votar por el candidato que verdaderamente ha ganado nuestra confianza sin tener que valorar las posibilidades reales de que gane, desistiéndonos muchas veces de votar por él por consideraciones utilitarias. 

Fernando Dworak publicó esta semana un artículo en el cual sugiere que una “desventaja” de ese sistema es que el candidato más votado en la primera vuelta puede perder la elección en la segunda, debido al replanteamiento de los electores que apoyaron a los demás candidatos que quedaron fuera. Efectivamente podría pasar y es por eso que es un método más democrático: el resultado deja de ser la tiranía de la mayoría y se convierte en una decisión incluyente. 

Otra crítica muy común que suele hacérsele a esta propuesta es que “sería mucho gasto”. Es cierto que implicaría un gasto, pero un país no puede escatimar en asuntos relacionados con su democracia. Garantizar un sistema plural, democrático e incluyente es una responsabilidad básica en cualquier Estado de Derecho. En todo caso, el financiamiento electoral debe ser optimizado para reducir otros gastos que sí son innecesarios. El problema de México no es la falta de dinero de sus instituciones, sino la administración que se le da. 


Invito a posicionar en la agenda pública la opción de segundas vueltas electorales. Ojalá el lector pudiese colaborar planteando esta temática en conversaciones familiares, de trabajo, con amistades o en cualquier circunstancia de la vida cotidiana. Tenemos seis años para convertirlo en un asunto de debate y evitar que cualquier presidente suba al poder sin haber sido electo por al menos el 50% de los votantes.

lunes, 2 de julio de 2012

ELECCIONES 2012: COMO UN DÉJÀ VU

El proceso electoral en Nicaragua del año pasado coincidió con mi pasantía en el Center for Justice and International Law (CEJIL). Tuve la triste oportunidad de presenciar el ambiente generado por la maquinaria del FSLN para lograr la segunda reelección de Daniel Ortega. La compra de votos, el lucro con la pobreza, la coacción de funcionarios públicos en los tres poderes, sindicatos comprometidos, la compra de medios de comunicación y el uso del capital gubernamental para proselitismo, fueron algunas de las estrategias con las que Ortega logró la omnipresencia de su partido y su permanencia. Todo ello a pesar que entre la población no era ningún secreto que el FSLN estaba garantizando su triunfo mediante ilícitos cometidos antes del día de sufragio. 

Hace dos años veía la victoria de Peña Nieto como un lamentable, pero muy probable futuro. Sin embargo, nunca pensé ver en mi propio país la reproducción exacta del ambiente de indignación e impunidad de las elecciones nicaragüenses. No dudo que Peña Nieto fue el candidato con ventaja, pero tampoco dudo que ésta fue garantizada por un aparato que – es triste, pero necesario aceptarlo – poco dista del utilizado por regímenes como el de Ortega. Incluso cuando la mayoría de los votos hayan sido efectivamente a favor de Peña Nieto, no pueden quedar impunes los innumerables ilícitos que se cometieron: compra de votos, “pases de lista”, manejo sospechoso de boletas, robo de urnas, secuestros y amenazas, entre tantos otros etcéteras que confirman el poco respeto por la democracia que la maquinaria priísta ha aprendido durante el paréntesis que vivió como oposición. No descarto que otros partidos hayan hecho lo mismo, pero definitivamente no en la misma escala. Quien minimice uno de estos incidentes está consintiendo la fragmentación de nuestra incipiente democracia y abriendo la puerta a que estas prácticas sean repetidas por cualquier partido en 2018. 

Respecto a qué esperar de él como presidente, bastará recalcar que los resultados del Prep le dan una mayoría relativa menor al 40% de las votaciones. La mayoría absoluta del electorado no depositó su confianza en él. Creo que es un claro ejemplo del porqué debemos considerar la opción de tener segundas vueltas electorales en México, como la tienen prácticamente todos los demás países del continente y la mayoría de las democracias del mundo. 

En cuanto al regreso del PRI a Los Pinos, bastará decir que la única forma en que podrá deslindarse de su pasado será en la medida en que ser oposición durante el próximo sexenio no implique tener al Estado como enemigo.