sábado, 20 de agosto de 2011

DE LA VIOLENCIA EN EL ESTADIO A LA DEL ESTADO

Me enteré de la balacera en el partido Santos vs. Morelia de la misma forma en que me he enterado de gran parte de las noticias de México últimamente: por Twitter. Claro está la importancia que ha tomado esta herramienta para la difusión de noticias en tiempo real y, al mismo tiempo, ser el foro de discusión pública de las mismas. Así, las interpretaciones políticas de los hechos no se hicieron esperar. Gente común y personalidades simpatizantes del PAN comenzaron a denunciar como origen de este incidente a la mala administración durante gobierno de Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila, así como la de Jorge Torres López, actual gobernante de dicho estado, ambos políticos priístas. Por otro lado, gente afín al PRI aprovechó para recalcar la imprudencia con la que Felipe Calderón ha afrontado la lucha contra el narcotráfico y que este tipo de incidentes era un reflejo de ello. Es necesario y justo decir que muchas personas que no simpatizan con ninguno de estos dos partidos responsabilizaron a alguno de estos tres personajes por simple convicción personal. Hago esta acotación para aclarar que en esta intervención haré referencia a los comentarios que vinieron claramente de un bando en contra del otro.

Ni el PAN ni el PRI tienen en este momento moral alguna para responsabilizar al otro por este incidente que, afortunadamente, dejó saldo blanco. En primer lugar, me parece imprudente adelantarse a realizar interpretación políticas cuando ni siquiera se ha identificado la naturaleza de los hechos, cuál fue su origen y el móvil de estos. En este sentido, será mejor hablar de la violencia que se vive en el país de manera general, lo cual me lleva a mi segundo punto. Lamentablemente, la violencia que impera en nuestro país no puede obedecer a explicaciones tan simplistas como la gestión de una sola persona. Lo que vivimos es el resultado de una serie de errores reiterados durante los gobiernos del PRI y los dos que ha sostenido el PAN. Existe la impunidad, el cohecho y la aquiescencia con la que se produce hoy este panorama tan desalentador porque existen fallas sistemáticas en nuestro Estado, las cuales han sido gestadas por años en distintos gobiernos desde el ámbito Federal, Estatal y Municipal. He insistido en ocasiones anteriores en que la forma en que Calderón ha desarrollado su lucha contra el crimen organizado ha empeorado la situación en varios aspectos, así como he dicho que el PRI permitió la gestación de gran parte de los grupos criminales del presente. Sigo sosteniendo ambas tesituras. Pero no podemos esperar que la solución de esta problemática esté en politizar el asunto y aprovecharlo para iniciar una guerra sucia de acusaciones con miras al 2012. Las soluciones estarán en las medidas que se tomen para reestructurar y fortalecer las instituciones y con ella nuestro Estado de Derecho. Las administraciones son cuestiones efímeras, gestiones administrativas que se remplazan, pero el estado de nuestro Estado de Derecho (valga la redundancia) es permanente. Con esto no digo que no se denuncie ni se hable de responsabilidades con nombre y apellido, pero debe ser el Estado de Derecho y no la politización electorera el principal objetivo del debate.


Rastrojo:

Estoy impresionado con el movimiento de Anna Hazare. De manera pacífica ha logrado que el gobierno por fin permita continuar su huelga de hambre y vaya cediendo poco a poco a su propuesta de Ley Contra la Corrupción. Del otro lado del mundo, el Ejército y la Marina se niegan a participar en diálogo con el movimiento de Javier Sicilia. Las propuestas del poeta para la Ley de Seguridad Nacional parecen tener un paso más tardío que las de Hazare en la India. El camino de ejercer la política desde la sociedad es un camino largo y desgastante, pero necesario. Un país no debe ejercer la política únicamente desde los políticos.

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