martes, 19 de marzo de 2013

DÍA DEL DERECHO A LA VERDAD

Si uno viaja por las carreteras de cualquier país de América Latina, le será casi imposible no encontrarse con alguna cruz u otro símbolo que delimite el sitio donde alguien perdió la vida. Esa necesidad humana de los familiares por anunciar “aquí pasó algo”, muchas veces esencial para concluir el duelo, se acentúa aún más cuando el quiebre en la narrativa personal no ha sido producido por un azaroso accidente sino por otro ser humano. Las graves violaciones a derechos humanos, sobre todo las cometidas por agentes estatales, vienen acompañadas de los intentos de los victimarios por decretar el olvido: desaparición de los cuerpos, destrucción de archivos oficiales, censura a cualquier tipo de manifestación académica o artística que aborde los sucedido, evasión de la discusión pública, entre otros tantos etcéteras. Lo que no es recordado no ha sucedido nunca y, por lo tanto, puede volver a flagelar a una sociedad.
 
Es por eso que en el 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas. Esta fecha, injustamente poco difundida, tiene como uno de sus objetivos promover el ejercicio del derecho a la verdad desde su perspectiva colectiva: es decir, que la sociedad en su conjunto sepa de las graves violaciones a derechos humanos que han marcado su historia. Como advertiría Louis Joinet, “[e]l conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión pertenece a su patrimonio”, por lo que es necesario “prevenir el desarrollo de tesis revisionistas y negacionistas”. Así, el derecho a la verdad es el derecho a recibir y conocer la información acerca de lo sucedido: nombres de las víctimas, nombres de los victimarios, los móviles de éstos, las circunstancias, causas, el contexto y demás detalles que nos puedan ayudar a cerrar aquellas heridas sociales que aún producen secuelas en nuestro presente.
 
En ese ánimo, convoco al lector a ejercer este 24 de marzo nuestro legítimo derecho a la verdad. Cuénteles a sus hijos sobre Tlatelolco o el Halconazo; o lea algo sobre lo sucedido en Acteal, Aguas Blancas o Atenco. Platique con sus familiares acerca de la Guerra Sucia sufrida en nuestro país en los años sesenta y setenta. Será domingo, así que el tiempo no debe ser excusa para no darse el lujo de buscar algún documental o película por internet o de leer algún artículo, libro o cualquier otro texto impreso o electrónico. Hágalo. De preferencia acompañado, pero hágalo; que recordar siempre es hacernos preguntas sobre nuestra actualidad. Somos seres de memoria que desde el presente planifican su porvenir a través de la reconstrucción de su pasado.

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