viernes, 12 de noviembre de 2010

La tortura según Bush

Entre los puntos que conforman la visión minimalista de los Derechos Humanos presentada por Michael Ignatieff, destaca el origen de los mismos como resultado de una serie de experiencias que universalmente provocaron indudables perdidas humanas, llevando a un consenso sobre lo que, objetivamente, no queremos volver a repetir como humanidad, más allá de cualquier ideología, religión, cultura, moral o convicción propia. Como ejemplo principal, basándose en el contexto que dio origen a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Ignatieff menciona los crímenes cometidos en la Primera y Segunda Guerra Mundial como los parámetros fundadores sobre lo que debía considerarse dañino para cualquier persona y que, por experiencia colectiva, debíamos repudiar como sociedad global. Siguiendo esta tesitura, desde una perspectiva más contemporánea, la humanidad presenció en los últimos años una etapa en la que el consenso universal volvió a unificarse ante una inminente amenaza contra los Derechos Humanos: la administración de George W. Bush.

Son conocidos ampliamente los crímenes cometidos por el primer gran tirano que llegó al poder en el Siglo XXI, cuya ortodoxia unilateral fundada en el metodismo fundamentalista le costó abandonar la presidencia con los porcentajes de popularidad más bajos en la historia de Estados Unidos. Después de un breve retiro de la vida pública, las más recientes declaraciones realizadas en su libro Decision Points resultan escandalosas y evidencian la deshumanizada doble moral del ex presidente. Intentando fallidamente recuperar su imagen ejerciendo su derecho de réplica, Bush reconoce abiertamente haber autorizado el uso de la tortura contra sospechosos de participar en los atentados del 11 de septiembre, justificando que gracias a estas prácticas pudieron avanzar en la lucha y prevención contra el terrorismo.

En su libro de memorias, Bush acepta haber aplicado, entre otras, la técnica waterboarding (denominada “submarino” en español) calificándola de “razonable” y “eficiente”, además de sostener como estéril defensa que ignoraba que violase leyes internacionales contra la tortura debido a que él no es abogado. Bajo este tipo de prácticas, el absurdo se convirtió en el adjetivo reincidente en la brutalidad durante el gobierno de Bush. No es de extrañar que, precisamente a la luz de los crímenes de soldados estadounidenses y elementos de la CIA en Irak y Afganistán, así como en la prisión de Guantánamo, se haya impulsado el interés por consolidar el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, así como del Derecho Humanitario, a través de la agenda política de varios gobiernos y de Organizaciones No Gubernamentales, desatando el repudio internacional.

Teniendo en cuenta el peligroso modelo de distopía moderna que representaba la administración de Bush, me parece alarmante que los republicanos, muchos de los cuales trabajaron de manera cercana con él, hayan ganado la mayoría parlamentaria en las recientes elecciones intermedias. Pareciera que el pueblo estadounidense se hubiese mexicanizado y ahora careciera de memoria política. Espero que las gestiones que actualmente realiza Amnistía Internacional, con el apoyo de muchos demócratas, para ejercer un proceso en contra del ex mandatario obtengan una pronta y efectiva respuesta. Sería una excelente oportunidad para Obama de demostrar que realmente se proponía a depurar su país de las injusticias perpetuadas por su predecesor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Honestamente me parece una manera desafortunada de utilizar el nombre de nuestra patria para acuñar un verbo cuyo significado, francamente y sin duda, no es privativo de nuestro país (aún tratándose de una figura literaria). Asimismo, creo que cometes el pecado de "generalizar" al calificar prácticamente de un retroceso para la cultura de los Derechos Humanos el triunfo del partido republicano en las pasadas elecciones legislativas, triunfo que, en buena medida, se debe al descontento de la población ante una figura mesiánica que no supo medir la expectativa que sus palabras y promesas pudieron generar en la población(véase Historia de México en el Año 2000). Ahora los republicanos están haciendo gestiones para acercarse al sector decepcionado de la administración de Bush (como bien apuntas, a niveles sin precedentes) para retomar la agenda que, una vez más y como siempre, se quedó en los panfletos, spots, y anuncios de campaña.
José Eduardo