martes, 26 de febrero de 2013

ELBA ESTHER: DEL RUÍDO A LAS NUECES

El 30 de junio de 2006 parecía ser un día destinado a trascender en la historia: un juez federal dictó orden de aprensión contra el ex presidente Luis Echeverría Álvarez por las graves violaciones a derechos humanos durante la Matanza del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971. Sin embargo, fue absuelto el 8 de julio del 2006 debido a que se determinó que el delito había prescrito. Nuevamente, el 30 de noviembre del 2006, se decretó auto de formal prisión en su contra, esta vez por su responsabilidad en la Matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968, ordenando su arraigo domiciliario. Sin embargo, el 26 de marzo de 2009 se decretó su la libertad absoluta, luego de no encontrar elementos para juzgarlo por el delito de genocidio por la Matanza de Tlatelolco (la entonces FEMOSPP cometió el error jurídico de procesarlo por genocidio y no por otros delitos). Ambos procesos contra Echeverría fueron mucha bulla para nada. 

Menciono esta anécdota de un pasado bastante reciente para alertar acerca del proceso iniciado este martes contra Elba Esther Gordillo. Nuestro país ha tenido una larga trayectoria de impunidad. Bastará mencionar que no se ha sentenciado a un solo responsable de las torturas, ejecuciones, desapariciones forzadas y otros crímenes de Estado cometidos durante la Guerra Sucia de los 60’s y 70’s. Prueba de ello es que Luis Echeverría está en libertad a pesar de todo. Creo justificado poner en duda si verdaderamente este proceso garantizará la justicia o será una réplica de otros tantos en el pasado. Aclaro que reconozco la justa distancia entre los actos inhumanos cometidos por Luis Echeverría y la corrupción faraónica de Elba Esther, pero ambos están subsumidos en un contexto de impunidad. ¿Cómo creer que Elba Esther será sentenciada por desvíos de recursos si ni siquiera hemos podido sentenciar a los responsables de crímenes más graves? Recordemos que entre 2009 y 2012 “La Maestra” declaró ingresos de un millón de pesos y nadie dijo nada.

Otro detalle, para terminar de “aguar la fiesta” ante la noticia: con tener a Elba Esther en prisión no vamos a resolver el problema educativo en México. Se habrá vencido un obstáculo, sí, pero la problemática es más profunda. Mientras no se adopten verdaderas políticas públicas con enfoque de derechos que logren satisfacer al universo de titulares, la educación en México seguirá en el estado deplorable en el que se encuentra. De tener este tipo de políticas públicas, desde hace años hubiéramos podido, por ejemplo, elevar los niveles de alfabetización, garantizar una educación plurinacional o posicionar el sistema educativo mexicano entre los mejores de América Latina, cuando menos. Y eso hubiese podido pasar, hasta cierto punto, con o sin Elba Esther en el camino.

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