domingo, 9 de septiembre de 2012

CHILE Y LA LUCHA CONTRA EL OLVIDO

El derecho a la verdad ha ganado un lugar importante en el ámbito del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. Consiste en la obligación del Estado de investigar, procesar y castigar a los que resulten responsables de graves violaciones a los derechos humanos y revelar a las víctimas y a la sociedad toda la información producto de sus investigaciones. Este derecho ha adquirido un papel fundamental en los procesos de democratización en América Latina, obligando a muchos gobiernos a adoptar la reconstrucción de la memoria como política de Estado. 

En Chile, por ejemplo, la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación no sólo aportó información valiosísima para evidenciar el terrorismo de Estado realizado durante la dictadura de Pinochet (testimonios, documentos oficiales, material multimedia, entre otros) sino que dejó los cimientos para erigir una conciencia nacional acerca de lo padecido durante diecisiete años. Otro de los hitos más importantes durante esta lucha contra el olvido en Chile fue la construcción del Museo de la memoria y derechos humanos, el cual tiene entre sus objetivos crear un futuro nacional a partir de la reconciliación con el doloroso pasado. Y así, podríamos enumerar muchos otros ejemplos de políticas de la memoria en la experiencia chilena. 

El olvido es una de las armas más poderosas de un régimen autoritario. Por eso toda transición a un gobierno democrático exige garantizar plenamente el derecho a la verdad. No se trata de un encadenamiento al ayer, como argumentan los críticos de este tipo de políticas, sino su esclarecimiento. Es garantizar el derecho de los muertos a ser enterrados con dignidad y justicia, y el derecho de los vivos a un futuro en paz. 

Este martes se cumplen treinta y nueve años del Golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende. Si bien el dolor de las víctimas y familiares es prácticamente irremediable (aún con el paso de los años), el avance chileno en la creación de políticas de la memoria y procesos de reconstrucción del pasado – los cuales ayudan a construir el futuro – es envidiable en otras partes del mundo. Quizá valga la pena que tomemos nota en México.

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