miércoles, 15 de diciembre de 2010

PONGAMOS QUE HABLO DE MÉRIDA

Desde hace tiempo me he interesado bastante por la misteriosa y exótica creatura que es el meridano. Siendo uno de ellos, las particularidades socioculturales de Mérida han hecho que experimente de forma paralela un sentimiento de cariño y crítica ácida en su contra. Este domingo, después de una larga y amena plática en la que con otras personas hablábamos de cómo se es y cómo se vive y se sobrevive en la Ciudad de las Buenas Costumbres, decidí darme a la tarea de resumir un poco las inconclusas conclusiones a las que llegamos. Para ello, sería bueno darle rostro a esta ciudad. Si, como decía Angela Carter, las ciudades tienen sexo, la mejor forma de entender Mérida es sexualizándola e imaginándola: ponerle cuerpo, labios, caderas y vientre. Digamos, entonces, que Mérida fuese una mujer.

Si Mérida fuese una mujer, seguramente se acostaría con todos y no lo contaría a nadie. Compartiría cada noche una habitación distinta, pero rezaría cada domingo porque la Virgen bendiga su cama matrimonial. Probablemente estaría bastante arreglada todo el tiempo, se haría a la difícil para demostrar que está siempre dispuesta. Portaría un nombre catalán, un primer apellido libanés y otro de origen maya, aunque, para evitar vergüenzas, lo hubiese traducido al español desde hace tiempo. Lloraría por las noches y sonreiría para las fotos de revistas, nos convencería de lo grandioso que debe ser vivir con ella o como ella, aunque en el fondo quisiera salirse de sí misma. Si Mérida fuese una mujer, seguramente me guiñaría el ojo como a cualquiera y yo me sentiría alagado, como si no existieran otros que hubiesen transitado por sus calles.

Pero Mérida no es una mujer, mucho menos un hombre. Es una ciudad asexual que se niega a definirse a sí misma. No busca porque tiene miedo de algún día encontrarse. Es la ciudad-dogma o ciudad-tabú: lo que uno debe y no ser, aunque vaya en contradicción con lo que se es realmente. Por eso el meridano lucha por aparentar que es quien nunca ha sido y ejercita la vieja dinámica de observar lo que hace el otro, de subrayar detalles y murmurarlos públicamente, dando la espalda. El meridano siempre da la espalda. Esto es porque Mérida es un pueblo que, a pesar de haber crecido y haberse vuelto una ciudad, no ha superado aún los vicios de cualquier pueblo.

Y sin embargo me sigue guiñando el ojo. Aunque sé lo que esconde y lo que no dice – lo niega, porque esa es la “buena costumbre” – le hago creer que le creo. Convivo con ella a pesar de ella y la descubro nuevamente cada vez que oculta algo. Resulta que Mérida es eso: la más hermosa y descarada de todas las contradicciones. Asexuada, de closet, insegura, acomplejada y beata. Me resulta imposible no odiar quererla como quererla odiar sin éxito alguno.

martes, 30 de noviembre de 2010

ENTRE LA DIPLOMACIA Y WIKILEAKS

Is there a time to run for cover,

a time for kiss and tell

- U2

Este domingo las filtraciones de comunicados entre el Departamento de Estado estadounidense con sus embajadas en todo el mundo dieron origen al mayor escándalo diplomático del recién nacido siglo veintiuno. Los cerca de dos mil seiscientos cables oficiales han provocado reacciones múltiples entre los distintos gobiernos, obligando incluso a Barak Obama y Hillary Clinton a tener que dar personalmente declaraciones sobre el contenido de esta fuga de documentos. A pesar de ello, me llama mucho la atención que la cobertura de los medios respecto a este tema se ha centrado en los datos ventilados más superfluos y absolutamente irrelevantes. Entre lo que más se ha mencionado en periódicos, televisión y radio, figuran el interés de Hillary Clinton por investigar la salud mental de Cristina Fernández de Kirchner, reportes de que el presidente libio Muammar Gadafi utiliza botox, las fiestas dionisiacas de Silvio Berlusconi (que de por sí eran todo menos información secreta) o la comparación que la diplomacia estadounidense hace del primer ministro ruso (Vladimir Putín) y el presidente ruso (Dmitir Medvedev) con Batman y Robin, respectivamente. Si bien este tipo de declaraciones no dejan de ser vergonzosas para la política exterior de Washington y llamativas para el público en general, tienen como única utilidad alimentar un morbo superficial y mundano, digno de cualquier número de Vanidades o TVyNovelas. Me preocupa que, en cambio, prácticamente no haya figurado en estos reportes la información que sí es alarmante y que sí tiene repercusiones serias para la estabilidad diplomática, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo.

La información de Wikileaks puede resultar inoportuna para la política global de nuestros tiempos. No es cosa menor que entre esos documentos se diga que el rey de Arabia Saudita haya externado, de manera clandestina, su preocupación por el poder nuclear de Irán, manifestando apoyo a los Estados Unidos para intervenir futuramente en este país persa. Resulta delicado, también, que se publiquen supuestas declaraciones del gobierno de Brasil reconociendo que desde años conoce la presencia de elementos de las FARC en Venezuela o que, a pesar de lo que se ve externamente, China haya dejado de ser aliado de Corea del Norte y haya aceptado apoyar, con ciertas reservas, a Estados Unidos para la unificación de las dos coreas bajo el mando del gobierno de Seúl. Información de este tipo puede marcar el inicio de nuevos conflictos políticos y militares o incrementar la tensión en los preexistentes.

En el caso de nuestro país, trescientos treinta y nueve de estos comunicados contienen información de México (tres de ellos provienen de la embajada estadounidense en Mérida). Hasta el día de hoy, sólo se han publicado unos cuantos, los cuales contienen información de escasa o nula trascendencia, como declaraciones del presidente de Siria sobre el problema en nuestra frontera y el gusto bueno de Washington para que Norberto Rivera hubiese sido electo Papa en 2005. Sin embargo, se ha informado que saldrán a la luz algunos de suma trascendencia sobre la guerra contra el narcotráfico, supuestos diálogos para una posible participación del ejército estadounidense en suelo mexicano e incluso asuntos relacionados con Pemex. Mientras no se tengan los cables disponibles en línea, habrá que esperar para conocer la veracidad de lo anterior. Después de todo, recordemos que junto con todo escándalo viene, como efecto secundario, una paranoia colectiva inevitable.

Alrededor de este contexto, se ha generado un debate muy sustanciosa sobre el alcance del derecho a la transparencia e información pública de los gobiernos. ¿Es Wikileaks un modelo de la lucha por estos derechos? Aún me cuesta postularme en alguna posición. Reconozco el valor y el beneficio que ha causado este portal al desenmascarar públicamente al gobierno de Estados Unidos en el pasado, como lo hizo con la publicación de informes confidenciales donde se demuestra la aquiescencia del Pentágono en el uso sistematizado de tortura en Irak y Afganistán, así como el video en el que se puede ver como un helicóptero apache manejado por soldados estadounidenses asesinan a reporteros de Reuters. Cuando se trata de desenmascarar o desmentir las políticas y acciones gubernamentales que, por su naturaleza, resulta de trascendental importancia que sean expuestas al conocimiento público, me parece que es justificable optar por la transparencia de información, aunque esto resulte un tanto radical. Pero en algunas situaciones resulta un poco más delicado. Ciertas acciones gubernamentales en planificación pueden llegar a tener, si son previamente reveladas, consecuencias casi o igual de peligrosas que al concretarse (dígase la situación de Arabia Saudita, Venezuela, Corea del Norte y México, descrita anteriormente). Aunque, en el presente caso, me cuestiono qué tan segura es la seguridad nacional propuesta por Estados Unidos o qué tan estables resultan los medios con los que dicen mantener la estabilidad social y política del mundo.

Personalmente, no dejo de oscilar entre la aprobación y la crítica a los creadores de Wikileaks. De cualquier forma, resulta un debate verdaderamente interesante. Se trata del derecho a la libre circulación de información y a la transparencia política en conflicto con valores considerados de excepción a estos derechos, como la seguridad nacional o la estabilidad social y política. ¿Qué debe preexistir: el derecho y obligación de los gobiernos a mantener información secreta o el derecho y obligación de los civiles de difundir y tener acceso a la información de sus gobiernos?

Epílogo: Decimosexta Conferencia de Cambio Climático en Cancún. No hay excusas: a cumplir lo que quedó pendiente en Copenhague.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La tortura según Bush

Entre los puntos que conforman la visión minimalista de los Derechos Humanos presentada por Michael Ignatieff, destaca el origen de los mismos como resultado de una serie de experiencias que universalmente provocaron indudables perdidas humanas, llevando a un consenso sobre lo que, objetivamente, no queremos volver a repetir como humanidad, más allá de cualquier ideología, religión, cultura, moral o convicción propia. Como ejemplo principal, basándose en el contexto que dio origen a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Ignatieff menciona los crímenes cometidos en la Primera y Segunda Guerra Mundial como los parámetros fundadores sobre lo que debía considerarse dañino para cualquier persona y que, por experiencia colectiva, debíamos repudiar como sociedad global. Siguiendo esta tesitura, desde una perspectiva más contemporánea, la humanidad presenció en los últimos años una etapa en la que el consenso universal volvió a unificarse ante una inminente amenaza contra los Derechos Humanos: la administración de George W. Bush.

Son conocidos ampliamente los crímenes cometidos por el primer gran tirano que llegó al poder en el Siglo XXI, cuya ortodoxia unilateral fundada en el metodismo fundamentalista le costó abandonar la presidencia con los porcentajes de popularidad más bajos en la historia de Estados Unidos. Después de un breve retiro de la vida pública, las más recientes declaraciones realizadas en su libro Decision Points resultan escandalosas y evidencian la deshumanizada doble moral del ex presidente. Intentando fallidamente recuperar su imagen ejerciendo su derecho de réplica, Bush reconoce abiertamente haber autorizado el uso de la tortura contra sospechosos de participar en los atentados del 11 de septiembre, justificando que gracias a estas prácticas pudieron avanzar en la lucha y prevención contra el terrorismo.

En su libro de memorias, Bush acepta haber aplicado, entre otras, la técnica waterboarding (denominada “submarino” en español) calificándola de “razonable” y “eficiente”, además de sostener como estéril defensa que ignoraba que violase leyes internacionales contra la tortura debido a que él no es abogado. Bajo este tipo de prácticas, el absurdo se convirtió en el adjetivo reincidente en la brutalidad durante el gobierno de Bush. No es de extrañar que, precisamente a la luz de los crímenes de soldados estadounidenses y elementos de la CIA en Irak y Afganistán, así como en la prisión de Guantánamo, se haya impulsado el interés por consolidar el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, así como del Derecho Humanitario, a través de la agenda política de varios gobiernos y de Organizaciones No Gubernamentales, desatando el repudio internacional.

Teniendo en cuenta el peligroso modelo de distopía moderna que representaba la administración de Bush, me parece alarmante que los republicanos, muchos de los cuales trabajaron de manera cercana con él, hayan ganado la mayoría parlamentaria en las recientes elecciones intermedias. Pareciera que el pueblo estadounidense se hubiese mexicanizado y ahora careciera de memoria política. Espero que las gestiones que actualmente realiza Amnistía Internacional, con el apoyo de muchos demócratas, para ejercer un proceso en contra del ex mandatario obtengan una pronta y efectiva respuesta. Sería una excelente oportunidad para Obama de demostrar que realmente se proponía a depurar su país de las injusticias perpetuadas por su predecesor.

jueves, 28 de octubre de 2010

Habitad

Cuando la habitación

de día por fin comienza a menguarse ,

Mérida es paredón

donde mi frágil cuerpo

aturde a la noche sin levantarse.


Matemos la ciudad

con sangre de guano y flamboyán,

fauna lunar.



Cuando la habitación

oscurece aún sin desnudarme,

etérea comunión

de labios como espejo,

latido de un templo por derrumbarse.


Matemos la ciudad

con sangre de guano y flamboyán,

fauna lunar.


Se masturba un domingo

frente al fantasma de un día suicida.

Sediento va el camino

buscando sin hallarse

entre las horas y las avenidas.


Matemos la ciudad

con sangre de guano y flamboyán,

fauna lunar.


Ciudad blanca en gemidos;

Ciudad fetiche, estatuas militares;

Ciudad del “tuyo y mío”;

Ciudad, gastas la vida;

Ciudad viril de espectros habitantes.


Ciudad falta de ruido;

Ciudad fuente de misas y de altares;

Ciudad, no voy contigo;

Ciudad todo se olvida;

jodida entre todas nuestras ciudades.


Bastarda es la ciudad

con sangre de guano y flamboyán:

puta solar.

jueves, 14 de octubre de 2010

Real de Guadalupe

Las gringas vienen a ver a Marcos.

No han venido por mí,

aunque sí existo y pueden tocarme

bajo la luna gris

de sus labios. Quieren sangre en luto

que yo no puedo darles.

Tal vez deba vestirme de hippie

o desgarrar mi acento,

mostrar los montículos, gritarles:


Ahora soy un hombre,

despojo a voces, un sacramento,

el peatón de la muerte.

Gota ausente en el subcomandante,

el flanco aún sin nombre,

proyectil sediento por el hambre.

Desmantelen mis armas,

hoy pueden correr entre mis huesos,

hoy pueden desahuciarme”.


Pero la chamulita me ha dicho

que ya no me moleste;

que las gringas se pierden por marcos,

nunca por un peatón.

Yo que no tengo un pasado ecuestre,

ni balas que me esperen

varado en Real de Guadalupe,

absorto en lo que soy,

pienso en ir y comprarme una runa,

en repartir mis miembros

por las callejuelas que aún fluyen:


Pinche Marcos de mierda,

con la furia en tus verdes ramas

cualquiera es comandante.


Aprendo a mear junto a los perros,

sigo esperando ese destello

y guardo mis caracoles

por falta de pudor.


(San Cristobal de las Casas, mayo 2010)




Epílogo 1: El tiempo transcurrido, los logros y el prestigio que ha alcanzado el Centro Educativo Piaget como institución (constituyéndose, a mi criterio, como una de las dos mejores escuelas de nuestro estado) se debe, en una buena parte, a la gestión de Beatriz Cáceres Peniche, quien fuera directora y fundadora del plantel Primaria. Descanse en paz después de una vida de gran trabajo y esfuerzo.

Epílogo 2: Sigue en pie la publicación del libro Hojas en el cenicero. La burocracia (como suele pasar) ha retenido un poco el proceso, pero espero esté listo y disponible a finales de éste año.

viernes, 2 de julio de 2010

Fe radiante (cuento)

Rafael Sebastián Guillén Vicente, presente.

Yo quería una revolución. De esas incesantes, que nacen de la tierra y se vuelven pasos sobre la eterna línea de la historia. Quería una lucha que proviniese de los muros que palpitan subterráneos, siempre abajo y a la izquierda. Esperaba armarme del fusil de los relatos y las batallas en los libros, hacerme compañero de una bala que apagó al hombre y encendió una leyenda en las afueras de La Higuera. Todo lo que deseaba era seguir la ruta de Ernesto y convertirme en una rabia a voces por la corriente de un río. Por eso cambié mi piel y me hice rojo: para ser un hijo más de la victoria. Me dejé crecer las barbas de Carlos Marx y me convertí en guerrillero. Estaba decidido a buscar el momento y sitio en que un proyectil habría de encontrarme para que escribiese mi trayectoria sobre el campo. Sólo así, sería parte de la lucha.

Pero llegó el día en que cumplí los cuarenta. Hacía años que las arrugas habían tomado posesión de los lugares donde habitaron granos y espinillas. Pasé de ser parte de una nueva generación rebelde a un sobreviviente de la época gloriosa de motines, manifestaciones y la canción protesta agudizando la voz del colectivo. Los compañeros de lucha, uno a uno, se fueron convirtiendo en peatones silenciosos. Vestían de traje y corbata, se habían afeitado las barbas y cortado las largas cabelleras que alguna vez fueron, según decíamos, la indomable extensión de nuestra mente subversiva. Lo dejaron todo, nos dieron la espalda a los que decidimos confrontar al paso de los años, asegurando que nos mantendríamos inamovibles en nuestra cruzada por la historia.

No contaba con que en pleno Siglo XXI el Granma había dejado su antiguo romance para convertirse en una pieza de museo. Tardé en comprender que Nicaragua se había transformado en un cementerio de ánimas que aún buscan sus propios cuerpos y no en la panacea sandinista. El mundo en que transito (un gran hijo de puta) no tuvo la menor intención de esperarme y, a diferencia mía, decidió cambiar. El muro y las torres han caído, los sedientos aún comparten mutuamente el hambre y los discursos son anfibios buscando sobrevivir al reloj del nuevo siglo. Se ha hecho tarde. Cincuenta años han pasado desde el Moncada y, hasta hace poco, deseaba vivir la ilusión de los gloriosos asaltos a la luz de la suerte; pero terminé retirando la estrella de mi almohada. Tanto fue el tiempo desperdiciado buscando el Cáliz Sagrado entre los márgenes de un viejo volumen de El Capital y finalmente comprendí que me había equivocado de centuria.

Me afeité la barba y desmembré mi cabellera, antigua custodia de una fe radiante que pretendía transformarlo todo. Ya no soy rojo. Dejé a los muertos morirse de una vez para evitar que la vida me recuerde algún día, incluso he desarrollado un pavor irreparable a los fusiles. Pero, a pesar de todo, jamás opté por vestir de traje y corbata, mucho menos cargar un portafolio. Jamás. Me negué determinadamente a suicidios globalizados. Resolví que debía sentarme en un viejo café sobre el cauce de Real de Guadalupe y observar el mundo transitando sobre los vestigios de mi antiguo ideario. Aquí, sobre ésta calle, de una esquina a otra se tropiezan la cofradía del socialismo que se reúsa a morir con un mundo cada vez más mundial y menos humano. Ni en una, ni en la otra trinchera han de encontrarme ahora. Soy un paréntesis sin dueño, un fantasma en el limbo de su ideología, tratando de hallarse en este siglo.

Después de perderlo todo, que no era nada en realidad, me dedico a conquistar ese reflejo al fondo de la taza del café. No será el campo de batalla descrito en tantas fechas audaces entre los anales de la Revolución de Octubre, pero es sin duda la tierra prometida que parece no encontrarse nunca en este Babel de doctrinas.

¿Quo vadis, Rafael? ¿Quo Vadis?

domingo, 2 de mayo de 2010

“Los queremos fuera”*

La migración es un síntoma de declive universal. Donde hay altos índices de emigración generalmente hay hambre, guerra, pandemias, regimenes totalitarios o desempleo. En los principales países receptores, por su parte, la xenofobia ha ido cultivando la ilusión de que la mejor forma de defenderse de los principales problemas del mundo moderno – narcotráfico, terrorismo, pobreza - es defenderse de los otros, los inmigrantes. De ahí que medidas en países desarrollados, como prohibir la construcción de minaretes en Suiza, son señales de que el repudio a los extranjeros no se ha limitado a evitar la entrada de indocumentados, sino que ahora apuesta por fomentar el desalojo de los que actualmente forman parte de la vida social y económica de sus territorios, incluso de forma legal. Ni siquiera Francia, cuna de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, ha resistido la tentación de invitar a los inmigrantes a retirarse, principalmente a los que provienen de Medio Oriente. Aún cuando la iniciativa presentada por Sarkozy para prohibir el uso del velo islámico de las mujeres no ha sido aprobada, la policía de Nantes multó recientemente a una musulmana por conducir usando el niqab. La amenaza de la creciente xenofobia en Europa es una muestra palpable de los absurdos que ha provocado el miedo colectivo por el terrorismo.

Del otro lado del Atlántico las cosas no parecen ser diferentes. Ahora resulta que la ley recientemente promulgada en Arizona no es más que una medida racista y unilateral para evadir el diálogo y profundizar el desequilibrio de partes. Si bien Barack Obama se ha opuesto a la medida (lo cual poco le cuesta, al provenir del partido rival), no deja vaticinar lo que podría ser el inicio de una determinante política estadounidense para cerrar las puertas a toda cooperación multilateral, limitándose a imponer medidas para dejar a los incómodos vecinos del sur ahogarse en sus problemas. Los inmigrantes indocumentados han obtenido más fácilmente el carácter de criminales que el aún pendiente estatus de ciudadanos. Jan Brewer se olvida de que el 29% de la población en el estado que gobierna son latinos, de los cuales la mitad son indocumentados que forman un sector importante de la economía. ¿Acaso una reforma migratoria no sería conveniente para ambas partes?

En fin, gajes de esta mal llevada globalización.
(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular el 30 de abril de 2010.

domingo, 25 de abril de 2010

Soy un nadie, me dijeron*

Una vez más, me dijeron que soy nadie. Un ser humano a medias o quizá en proceso de ser menos incompleto, pero un Nadie a final de cuentas. Para el colmo, en una muestra de caridad publicitaria, se presentaron como la solución al falto modelo adánico que ven en mí: “ser alguien sin dejar de ser tú”. ¿Hasta dónde ha llegado la burocracia que no basta con ser uno mismo? Ahora necesitamos pasar por el largo y tortuoso trámite de “ser alguien”. Y yo que pensaba que los trámites para licencias de uso de suelo del ayuntamiento eran un absurdo.

Si he entendido mal el mensaje, que el lector me saque de este error. Pero mi preocupación va más allá de estos anuncios en las calles y revistas de la ciudad. Pareciera que los medios de comunicación se concentran cada vez más en tirar a la basura lo que hago y mis ideas, a lo que me dedico y aspiro, porque simplemente aún no soy “alguien”; porque sigo siendo Yo, la esencia natural de la que no he podido ni pienso nunca despegarme. ¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo en la mercadotecnia que busca convencernos de que somos seres incompetentes para ser felices, que necesitamos de “algo” externo para medir nuestra satisfacción con la vida? Yo, por lo tanto, no seré feliz, según ellos, porque entre mis metas no figura que un sector, una institución, una revista o una marca me otorgue el título nobiliario de “ser alguien”. Disculparán mi mediocridad, pero me basta con ser Yo, que incluye mis defectos y mi lucha constante por corregirlos.

Si de algo han ofendido mis palabras, pido disculpas por no guardar silencio. De cualquier forma, poco deben preocuparse: son sólo opiniones de un Nadie.

(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular

jueves, 15 de abril de 2010

Por qué no voy a votar*

Originalmente había planeado abordar el tema de las próximas elecciones durante las dos semanas previas a los comicios, pero es tanto lo que uno como ciudadano puede decir durante estas campañas que no pude resistir la tentación de adelantarme. Espero puedan servir de algo mis humildes observaciones para todo aquel que, a diferencia mía, sí va a votar este dieciséis de mayo. Sin afán de restarles importancia a los otros candidatos, me centraré únicamente en los dos que han obtenido una mayor proyección en los medios locales, con el fin de dar mis perspectivas sobre lo que podría y lo que no debería suceder en los resultados de la votación.

Probablemente estas elecciones pasen a la historia por ser la primera vez que Mérida y sus habitantes han elegido alcalde meses antes de que se abrieran oficialmente las urnas. Lo hemos decretado de manera expedita en las calles, los cafés, las escuelas, las discos, los almuerzos familiares y en la prensa. Sea cual sea nuestra filiación política, militantes de uno u otro partido (o de ninguno) dan por un hecho quien será la próxima presidenta municipal. Pero esta predicción podría tratarse de una simple profecía que amenaza con cumplirse a sí misma. ¿De qué sirven las elecciones si dejamos nuestro voto ir con la corriente de lo que ha sido anunciado en la prensa como un resultado inminente? Y lo que pienso cuestionar no es si ésta señora va o no a ganar las elecciones, sino la actitud de nosotros, los ciudadanos, ante las votaciones próximas.

Cierto es que Beatriz Zavala no ha sido la candidata que más ha destacado. Por lo que percibo (corríjanme los panistas si estoy equivocado), esta señora ha tenido que batallar con una campaña pésimamente asesorada, sin una estrategia concreta para poder convencer y simpatizar con el electorado. Limitándose a vanagloriarse de los “veinte años de éxito” en el gobierno, el PAN se demostró sin ideas nuevas, sin mucho que decir y con poco contacto con las principales preocupaciones de los ciudadanos. Como agravante, los sectores menos afortunados de Mérida vieron con desconfianza el discurso romántico que trataba de convencernos de que todo en la ciudad está bien y que sólo hay que “mantenerse así”.

Esto ya se veía venir desde las elecciones pasadas para diputados federales. Por acuerdo federal, al menos la mayoría de los candidatos de éste partido presentaron el mismo paquete de iniciativas con la intención de garantizarle al electorado su cumplimiento una vez que hayan ganado la mayoría parlamentaria. Esto no sucedió, entre muchas otras posibles causas, por una en particular: el PAN olvidó como siempre que los mexicanos votan mirando sus carteras. Si bien el narcotráfico es una emergencia nacional que tiene en una suerte de estado de sitio a distintas partes del país, a la hora de elegir las propuestas más llamativas, la gravedad de la crisis económica y la falta de oportunidades se vuelven prioridad para gran parte de la población que en su mayoría no han sufrido la amenaza del crimen organizado de manera directa y personal. Ni hablar de lo que esto significa en Mérida, donde aún vivimos en una burbuja rosa donde podemos fingir que no hay narcotráfico porque no lo vemos de forma latente en tiroteos o balaceras. Ojalá y nos duré el cuento. Pero mientras no seamos Ciudad Juárez, el tema del narcotráfico produce en el meridano el mismo impacto que al mexicano promedio le produce las noticias del movimiento armado en Sri Lanka. Se trata de una barbarie, preocupante, pero que no representa una prioridad en lo que se refiere a su situación personal. Lo mismo pensarán en Sri Lanka sobre las muertas de Juárez.

Así se dieron las cosas. Con propuestas dirigidas a los empleos (sobre todo de universitarios y recién egresados) y la creación de becas y otros apoyos para la juventud, el Partido Revolucionario Institucional llega a estas elecciones municipales con un segundo aire de popularidad, gracias a que decidió apostarle a los jóvenes (y luego aprovecharse), quienes actualmente son la mayor parte del electorado.

Pero el PRI también debe cuidar los movimientos que haga al aprovechar estas ventajas. Con una gobernadora cuya popularidad va en declive y diversos episodios que ponen en tela de juicio muchos aspectos de su administración, el PRI está acumulando descontentos en una olla a presión que podría estallar en el momento más inoportuno políticamente hablando, como las elecciones para gobernador estatal, por decir un ejemplo. Si Angélica Araujo gana, llegará a la alcaldía con una ciudadanía cada vez más desconfiada de la “nueva” etapa priísta, producto de una serie de errores que se han valido la indignación y hasta la burla del la opinión pública (como ejemplo, bastará con decir Chichén Itzá). Veríamos a una alcaldesa que llega al poder sin el respeto y confianza que una autoridad debería inspirar, incluso entre ciertos grupos priístas.

Pero yo no voy a votar. No hay vuelta de hoja en el asunto y es un hecho. Y no lo haré por una sencilla razón: perdí mi credencial de elector. Los que son un poco más responsables que yo al llevar su identificación a una disco, tienen la responsabilidad cívica de hacerlo. Me parece ridículo que muchos no voten resignados al decreto social que se ha hecho sobre quién ganará. El que esté en posibilidad debe votar para que, en caso de que ésta señora gane, sea porque realmente la mayoría de la población la eligió y no porque el abstencionismo puso las estadísticas a su favor. Y quién sabe, podríamos darnos sorpresas con los resultados, cosa que ya ha pasado en la historia de nuestro estado, como en algunos distritos en las últimas elecciones para diputados federales. Yo tendré que conformarme con las consecuencias y abstenerme de ejercer mi derecho a opinar durante el siguiente gobierno local (lo cual, siendo sincero, dudo cumplir).

De más está decir que gane quien gane, únicamente deseo lo mejor para esta ciudad que me ha visto crecer y que amo como a ningún otro lugar lo haré. Las urnas los esperan. Independientemente del resultado, asegúrense de que sea contundentemente una decisión de la mayoría. Por mi parte, prometo tener más cuidado con mi identificación y estar de nuevo activo para cuando haya que elegir al gobernante de nuestro estado.

(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular


Epílogo: Ahora también, finge que te gusta desde Twitter (http://twitter.com/hojasencenicero) y Facebook.

domingo, 28 de marzo de 2010

Perros de guerra*

“Steps have been taken, a silent uproar.
Has unleashed the dogs of war,
you can't stop what has begun.
Signed, sealed, they deliver oblivion.”
(“Dogs of war” de Pink Floyd)


Altamillos, Sonora; primero de junio de dos mil siete. Elementos castrenses disparan a una camioneta Dodge en un retén ubicado en la localidad, después de que aparentemente el conductor del vehículo hiciera caso omiso a la orden de detenerse. Mueren cuatro de los civiles que se encuentran en el vehículo, de los cuales dos son menores de edad. Se trataba de una familia que se encontraba regresando de un curso educativo impartido por el Consejo Nacional para el Fomento Educativo. Posteriormente se daría a conocer que siete de los militares participes habían consumido marihuana y al menos uno de ellos cocaína y metanfetaminas.

Aldama, Chihuahua; trece de diciembre de dos mil ocho. Zaira Gabriela Arzate Contreras (veintidós años) ingresa en una camioneta al puesto de vigilancia militar de la ciudad buscando apoyo de los militares para auxiliar a su primo, quien había sido agredido por sicarios. Los elementos abren fuego contra Gabriela antes de que pueda detener el vehículo, pensando que se trata de una camioneta de sicarios. El saldo final es de dos muertos: Gabriela y su hijo, quien hubiera nacido en un par de meses.

Monterrey, Nuevo León; diecinueve de marzo de dos mil diez. Un enfrentamiento entre sicarios y militares se realiza dentro del campus del Tecnológico de Monterrey. Los primeros informes dan a conocer la muerte de dos presuntos sicarios durante la contienda. Horas después, se reconoce que en realidad se trataba de Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, estudiantes del Tecnológico, quienes se encontraban ingresando a la casa de estudios a la hora de los hechos.

Las anomalías en el desarrollo de los hechos, las contradicciones en la versión de distintas autoridades y el manejo misterioso de las pruebas dejan muchas preguntas al aire, pero no me interesa por el momento ahondar en esos aspectos. Tampoco voy a hacer juicios de valor sobre si es o no necesaria la participación militar en la lucha contra el narcotráfico o sobre si se ha logrado o no un avance desde que el Poder Ejecutivo la ordenó. Adentrarme en estas cuestiones es correr el riesgo de que el debate adquiera un tono partidista (como fácilmente sucede en México), permitiendo que sea utilizado para desprestigiar o vanagloriar a un partido determinado; pero no quiero darle ese lujo a ningún grupo político, sobre todo cuando nos encontramos en vísperas electorales.

Solamente quisiera preguntar, como me imagino cualquiera de los lectores se pregunta: ¿cuándo piensan controlar al control militar?


(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular

lunes, 8 de marzo de 2010

Doña Isabela*

Texan de Palomeque es una pequeña población del estado de Yucatán de poco menos de tres mil habitantes. Como cualquier comisaría del municipio de Hunucmá, no figura en los mapas y la información que uno puede encontrar en Internet es escasa y, en su mayoría, gira en torno a la hermosa hacienda que ocupa el 20 % del pueblo, según mis propios cálculos. El nombre de esta comunidad ha figurado un par de veces en la prensa, ya sea como zona aledaña al territorio contemplado para el polémico proyecto de un nuevo aeropuerto (el cual terminó abortándose) o con pequeñas columnas acerca del rumor entre los vecinos que aseguraban haber visto a una mujerloba merodeando por las calles. Fue en ese pequeño y discreto universo del interior del estado donde conocí a doña Isabela.

Nunca la había visto, lo cual era extraño después de tres años de visitar el pueblo cada sábado. Solía convivir con muchas de las señoras como parte del apostolado que realizaba ahí, pero fue hasta los últimos días en que tuve el gusto de conocerla. Esa tarde, ella se había sentado en las bancas del parque con un grupo de vecinas con las que me encontraba platicando. Tan pronto como inició la misa, todas se dirigieron a la iglesia, a excepción de doña Isabela, quien comenzó a platicarme un poco de todo: sobre sus hijos, la calentura de la más chica, que no lograba hacer que coma, que el otro era muy terco y tantos otros etcéteras que ocuparon el tiempo completo de la misa.

Fue entonces cuando se me ocurrió comentarle que se me hacía raro no haberla visto antes a la hora de la tertulia en el parque, como a la mayoría de las señoras del pueblo. Me respondió, con un semblante de inconformidad en su mirada: Es que mi esposo no me deja salir de la casa desde hace seis años. Si bien era frecuente en Texan conocer casos de mujeres sometidas al yugo tiránico de sus esposos, donde la violencia física era un común denominador, me fue difícil creer el sentido literal de su respuesta. ¿Seis años encerrada en su propia casa? Dejando a los cantos de entrada y el discurso del padre a la distancia en un segundo plano, doña Isabela comenzó a relatar su historia.

Fueron seis años en los que no pudo salir más que al solar (o patio) para tender la ropa y alimentar a los animales. Sin poder hacer amistades, ni poder realizar más actividades que las del hogar, doña Isabela esperaba cada noche a un marido que casi siempre llegaba en estado de ebriedad. A veces me deja salir pero sólo al molino para comprar las tortillas (el cual se encontraba justo en frente de su casa), pero a veces, porque no le gusta que salga.

Pero lo que hizo que aquella conversación fuese inolvidable llegó con la explicación de qué hacía en el parque aquél sábado: harta de vivir enclaustrada por tantos años, comenzó a escaparse de su casa por las tardes mientras su marido se encontraba trabajando (o embriagándose) en Hunucmá. Empezó con unas visitas esporádicas al molino, que no duraban más de cinco minutos. Era entendible. Después de tanto tiempo en el encierro, salir de la casa era una tentación que implicaba romper con la autoridad máxima. Un sacrilegio, como Eva probando el fruto con el temor de ser vista por el Señor.

Después de un par de semanas de escapes furtivos, se aventuró a visitar el parque del pueblo (punto de encuentro principal de los vecinos al estar rodeado por la iglesia, la hacienda, la comisaría y casa de don Evelio, famoso por arreglar tricitaxis y bicicletas). Doña Isabel me contaba emocionada de las amistades que había hecho en tan sólo dos semanas de justa traición a las órdenes de su marido. Se le veía contenta de estar frente a aquellos columpios que no había visto por seis años; desahogándose conmigo, un completo extraño.

De tanto oír a la gente hablar sobre este lunes, me fue imposible no acordarme de aquella tarde en que escuché su historia. Para evitar decir lo que ya se ha dicho (desgraciadamente, se habla mucho en el día internacional de las mujeres; pero se queda ahí, en lo que se habló), dejaré que el lector saque sus conclusiones de esta pequeña experiencia que hoy comparto.

Tres años después, su testimonio aún me impacta con la misma fuerza. Lo último que me dijo que recuerdo de manera textual fue: estoy muy feliz ahora, porque ya tengo amigas y puedo salir a ver el parque. Siento que al fin estoy conociendo el mundo.

(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular

Epílogo: el nombre del personaje principal de la historia ha sido cambiado por respeto a su vida privada.

jueves, 4 de febrero de 2010

Filias y fobias

A veces tengo la mala costumbre de interrumpir la lectura de algún libro que, en su momento, no llamaba suficientemente mi atención, para iniciar algún otro que sí lo haya logrado. Posteriormente, siempre vuelvo a retomarlo para no dejar inconclusa una lectura. Sucede también que, en ocasiones, pasan los meses sin saldarse aquellas asignaturas pendientes que dejé con el separador entre páginas, esperándome pacientemente en mi escritorio.

Hace unos días me di cuenta que había vuelto a sucederme con un libro que suspendí desde mediados de noviembre. Como me encontraba a punto de iniciar uno nuevo, decidí emprender el difícil, pero sano ejercicio de leer ambos libros simultáneamente, dedicándoles en un principio hora y media a cada uno. Sin preverlo, había elegido dos libros sumamente contrastantes, debido a su contenido ideológico, a pesar de abordar temáticas semejantes. Se trataba de Sables y utopías, del derechista Mario Vargas Llosa, y de Las venas abiertas de América Latina, del izquierdista Eduardo Galeano.

Para muchos lectores asiduos, mi selección podría parecerles mediocre o populachera, pero a partir del resaltante cambio de lenguaje, posición política y tono de voz en cada hora y media, pude disfrutar de una de las mayores virtudes, no sólo de la literatura, sino del arte de expresar nuestras ideas por cualquier medio: la diversidad.

Tanto el libro del periodista uruguayo como el del ensayista peruano giran en torno a un mismo actor principal, que es la mal denominada América Latina (quedo en deuda con el lector para tratar en un futuro - espero no muy lejano - los motivos de mi disyuntiva contra ese término). Si bien, la distancia cronológica hace parecer inútil cualquier tipo de comparación entre ambas obras (Las venas abiertas fue publicado en 1971, mientras que Sables y utopías es del 2009), la inmortalidad de los distintos problemas en la región convirtieron mi lectura en una especie de debate, en el cual cada expositor tenía una hora y media para convencerme de sentenciar a la izquierda o la derecha - según el caso - como la culpable de nuestra tortuosa historia política y social contemporánea.

Me parece ridículo casarse con una ideología en particular para tratar de explicar y entender la situación que se vive en el continente. Todo tipo de maniqueísmos (en especial izquierda-derecha y liberal-conservador) me parecen absurdos e incluso anacrónicos para tratar analizar un mundo tan dinámico y complejo donde el diálogo objetivo y la pluralidad de ideas deben ser la respuesta al caos social, político y económico. Resulta estéril simplificar la realidad en una simple lucha entre el bien y el mal, donde la izquierda y la derecha más radicales utilizan el discurso para adjudicarse mutuamente determinadas filias y fobias, no dejando espacio para distintas cromáticas del pensamiento.

No me atrevería a decir que soy de izquierda o de derecha. Simplemente tengo ideas, puntos de vista, que otros se encargarán de clasificar y tratarán de ubicarme en algunos de los dos bandos; pero yo no intento enlistarme en ninguna de las dos milicias. Sería entregarme a una serie de posturas -por no decir dogmas- tratando de acoplar la realidad a los argumentos de determinada ideología, cuando debería ser al revés. Será porque considero que el equilibrio es una de las principales fuerzas del universo que considero una apología del caos el tratar de polarizar al mundo con dos posiciones antagónicas, de las cuales sólo se puede creer y defender una al mismo tiempo.

Autodeterminarse de forma total e incuestionable de “izquierda” o de “derecha” representa la construcción de obstáculos mentales para el desarrollo de nuestro pensamiento, jugando con la posibilidad de volvernos objetos inamovibles para el debate, concentrados más en convencer que en aprender, impidiéndonos el enriquecedor ejercicio de la diversidad de ideas.

Tanto la izquierda como la derecha han representado avances y catástrofes en el continente. Por eso leo a Galeano y a Vargas Llosa por igual, porque ninguno tiene la razón absoluta. Uno puede ir escuchando ambas posiciones e ir construyendo su propio criterio en base a los puntos de vista más cercanos a la realidad. Lástima que en nuestros días el equilibrio a través de la diversidad de ideas sea tan difícil de alcanzar por los prejuicios. De eso ninguno de nosotros estamos limpios, pero es una tarea que podemos ejercitar día a día durante el diálogo y el debate, buscando ir abriéndonos más para no confundir las cosas: las hipótesis dimanan del planteamiento del problema y no viceversa.

Que Galeano y Vargas Llosa continúen discutiendo sobre el “logro indigenista” o el “espejismo romántico” que significa la llegada de Evo Morales al poder; yo, por mi parte, disfruto no tener que darle la razón absoluta a ninguno de los dos.

viernes, 29 de enero de 2010

Noctívago

No sé que hacer con Dios cuando lo encuentre. No sé donde guardarlo o ponerlo a dormir cuando al fin lo tenga entre mis brazos. No sé si creerle.

Puedo recostarlo en el sofá para que las visitas lo contemplen cada domingo y me digan: Carlos, Carlos; que radiante es Dios en medio de la sala. Inasequible fulgor amuebla el sitio, escurriendo penumbra y luz por la ventana. Qué inalcanzable. Te felicito, porque ahora tienes la muerte en tu entrepierna, puedes beber de su historia y amueblarla en tu recamara. Pero yo no sabré que hacer con él o con el sofá o con las visitas o conmigo. ¿Deberé cerrar la casa con llave o cambiar de vecindario? Quizá convenga mudarse a un barrio diferente, lejos de amigos y familiares. Siempre quise vivir en un pueblo distante, sin carreteras ni avenidas y sin días entre semana. Apartarme del hombre y las ciudades, hacer ejercicio y tomar menos cerveza o al menos no buscar en ella lo que no se encuentra nunca. Pero el día que encuentre a Dios y lo lleve a vivir conmigo entre los puntos suspensivos de mi planisferio, no necesitaré alimentarme con alcohol o con cenizas de aguardiente. Sería contraproducente, teniéndolo a lado mío. Podría matarme o darme la vida buscando purgarme, regando mi jardín con astros que se enredan en las barbas de Leonardo Boff.

Sería un absurdo, me dirán todos. Sin duda lo será, verme caminando con un una gabardina tratando de ocultarlo, para que nadie lo vea, para que nadie más lo necesite. Para que pueda ser libre al fin y se convierta en lo que siempre ha soñado: ser simplemente dios, como cualquiera de nosotros.

Me perturba Dios. Me asusta pensar que está en la regadera, en la calle, en los colegios, en la silla, en el árbol y en el edificio del ayuntamiento; pero aún así no poder temerle, siquiera confrontarlo. Entre los demonios que asedian la vigilia de mis sueños, él ha sido siempre el más sensato: me dio la vida para amenazarme con la muerte, con mis deudas entre versos, siempre con el día siguiente.

Sólo Dios entiende a Dios y se ríe conmigo –tal vez de mí, pero al lado mío. Ya no estoy para ejercer mi papel de sediento noctívago, ya no tengo madera de creyente. Es por eso que ambos acordamos nuestro pacto: yo lo dejaría en paz y él no me arrancaría una costilla, ni me sacudiría las pulgas. Así viviríamos tranquilos, como cómplices o simplemente caballeros.

Como si ninguno de los dos supiera que el otro existe.
(junio 2005)

miércoles, 20 de enero de 2010

Cuando pase el temblor

Cuando un hombre debe más de lo que come,
se entiende que entonces la teoría falló


- Alejandro Filio


De pronto, todo el mundo está hablando de Haití. No es de extrañarse, teniendo en cuenta que es la primera zona de desastre con la cual inicia el año. La naturaleza siempre ha sido impredecible y no hay punto en el planeta en que uno pueda estar completamente a salvo de los desastres. Pero Haití ha sido una tierra en desgracia desde el momento en que adquirió su independencia, en mil ochocientos cuatro, siendo el segundo país en el continente en alcanzarla.

Quién puede olvidar los años de la infamia que vivió bajo la dictadura de François Duvalier, uno los mayores tiranos en la historia de América, comparable únicamente con Augusto Pinochet y Jorge Videla. La inestabilidad política y social ha dado como resultado que esta pequeña nación del Caribe sea la más pobre del hemisferio occidental, sin mencionar que el noventa por ciento de su población infantil sufre enfermedades relacionadas con parásitos intestinales. Los centenares de etcéteras con los que podría convencer al lector del dramatismo en ésta antigua colonia francesa podrían estar de más ante los acontecimientos de esta semana, agregando la replica del terremoto que azotó el día de hoy a esa nación de escombros.

Es una lástima que la tragedia de la pobreza en el mundo tenga que ser desenterrada por la opinión pública junto con los restos humanos. Haití es un claro ejemplo de los efectos que genera el lastre social de la pobreza. En una ciudad primer mundista (digamos Nueva York, Londres, Toronto o Dubai) un evento como este no dejaría de ser un desastre y de igual forma hubiese cobrado vidas humanas. La diferencia radica en que el grado de destrucción en un sismo es siempre proporcional al nivel de desarrollo económico, por lo que en un país que en situaciones normales carece de un sistema de salud para asistir adecuadamente a su población, donde la vivienda digna y de construcción estable es privilegio de las minorías y cuyo gobierno no tiene los recursos económicos, humanos y administrativos para controlar la situación de emergencia (como es el caso de Haití) el resultado será el rostro de la miseria humana en su máxima expresión, provocada en gran parte por el desequilibrio económico que existe en el mundo.

Estados Unidos tuvo que sacrificar tiempo (años), dinero (millones) y vidas humanas (miles) en su “generosa” misión para reestablecer la democracia en Afganistán (2001) e Irak (2003). ¿Por qué jamás había puesto su mirada y esfuerzo en “ayudar” a reestablecer el orden constitucional en este país caribeño que lleva más de veintinueve años de inestabilidad política? Muy simple: en Haití no hay petróleo. Como todos los países en los que las empresas gringas están más que establecidas y manejan gran parte de las ganancias anuales, se necesita de un terremoto de las magnitudes vistas para que la humanidad reaccione y la declare zona de desastre.

Estoy seguro que a mediados de agosto de este año seguirán algunos organismos apoyando la reconstrucción, pero la pobreza extrema dejará de ser noticia a nivel mundial. No pretendo dar a conocer por este medio la clave mágica para el mundo perfecto, pero si creo que hace falta darnos cuenta que el sistema económico que se está manejando en el nuevo orden mundial a fracasado al igual que lo hizo el comunismo. No es nisiquiera necesario cambiar de sistema, sino reestructurar las estrategias y apostar más por las reformas sociales que por el mercado libre sin restricciones que únicamente protege a las empresas. Los gobiernos deben entender que la existencia de trasnacionales con capitales mayores a los de muchos países tercermundistas es un claro síntoma de que estamos fracasando como humanidad en la lucha contra la pobreza.

¿Acaso la crisis económica mundial no fue una alerta de que hay que hacer varios ajustes en esta maquinaria de dinero?

Hay que reconocer también, el enorme esfuerzo que están haciendo distintas organizaciones para apoyar la reconstrucción, sobre todo aquellas que desde antes del incidente ya se encontraban haciendo acciones estratégicas paras combatir la pobreza en Haití y en otras partes del mundo.

Invito a los que puedan a donar y apoyar en los medios que tengan al alcance.

Algunos medios para apoyar:

Embajada de Haití en México
Cuenta HSBC: 4042482604

Save the children
http://www.savethechildren.com/
Oficina Mérida:
Telefonos: 926-90-21

Secretaria de Relaciones Exteriores
Oficina Mérida:
Tel. 926-20-03 y 9-26-20-04

Caritas de Yucatán
Cuenta Banamex: 0166772099
Telefonos: 924 46 66, 924 41 79 y 928 74 57

Cruz Roja Nacional
Cuenta Banamex: 95032723

(Fuente de los números de cuenta: http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=11$1310000000$4226603)