lunes, 27 de agosto de 2012

IVONNE A LA SOMBRA DE "IBOM"

Como si se tratase de un huracán, el paso de Ivonne Ortega por Yucatán será sucedido por la valoración de los daños y pérdidas a los que deberemos enfrentarnos los próximos años. Pero la administración en turno no parece preocuparse por ello, mucho menos en vísperas del último informe de lo que a duras penas pudo llamarse un gobierno. Los años anteriores, bajo un espectáculo digno de vodevil, atestiguamos como los llamados “mensajes ciudadanos” fueron una simple excusa para que la encargada del Ejecutivo reviviese su fiesta de quince años. La política y espectáculo, amalgamados en uno de los capítulos más vergonzantes en la historia reciente de Yucatán, marcaron estos cinco años de ibomismo. 

Hablo de “Ibomismo” y no de “ivonnismo”, no como reminiscencia al habla regional, sino porque recoge perfectamente la esencia de su administración: una caricatura de sí misma, no sólo asumida por ella, sino utilizada como bandera para incentivar su orgullo. Estos cinco años fueron de “Ibom” (el intento de símbolo pop) y no de Ivonne (el personaje político o cuasi-político que cumpliría con al menos un mínimo de formalidad). “Ibom” es un símbolo del Yucatán adormecido que cree ser transportado al País de las Maravillas mientras los tejidos institucionales son corroídos. Es el eje central de una estrategia publicitaria destinada a que el receptor sienta que vive en un lugar diferente, casi paradisiaco, donde las cosas no podrían estar mejor. “Ibom” es la estrella y el reinado donde debió haber una gobernadora y un gobierno. 

Si mis palabras pudieran sonar ofensivas para la encargada del Ejecutivo yucateco- no considero que lo son - le dará tranquilidad saber que estamos a mano. Llevo cinco años ofendido por el despilfarro que ha cometido para financiar sus caprichos y por el endeudamiento que tendremos que lidiar los próximos años mientras ella se encuentre (mal)ocupando algún cargo federal. No se olvide, “Ibom”, que nosotros no olvidamos. Será recordada como un mal sueño. Será una figura a la que se recurrirá como ejemplo de abyección y deshonra. De la justicia histórica difícilmente podrá salvarse. Y no será un mal de ojo lanzado por mí, sino resultado de lo que ha cultivado durante estos años. La sombra de “Ibom” siempre menguará el nombre de Ivonne Ortega. 

Como diría el poeta Juan Antonio Mateos: “Te seguirán sus ecos / a la región ignota / Adiós, mamá Carlota / Adiós, mi tierno amor.”

lunes, 20 de agosto de 2012

VLADIMIR PUTIN TRAS LAS PUSSY RIOT

“Virgen María, madre de Dios, ¡hazte feminista! Virgen María, madre de Dios, ¡echa a Putin!”. Ese es tan sólo un fragmento de la “oración punk” que le valió a las integrantes del grupo Pussy Riot la sentencia a dos años de prisión por haber cometido “vandalismo por motivos de odio religioso”. El caso ha generado un amplio debate a nivel mundial sobre el aparente roce entre el derecho a la libertad de expresión y la tolerancia religiosa. Sin embargo, me atrevo a decir que el aspecto religioso no es el trasfondo real – al menos no el único, ni el más determinante - de la condena a las Pussy Riot. 

 Vladimir Putin se ha caracterizado a lo largo de los años por su intolerancia a la crítica. Así lo ha demostrado su ríspida relación con ONG’s de derechos humanos y las persecuciones, amenazas y asesinatos a periodistas atribuidas a su gobierno, tal como ha sido documentado por la Unión de Periodistas de Rusia durante las administraciones anteriores de Putin como Primer Ministro y Presidente. Entre los casos más destacados se encuentra el de Anna Politkóvskaya, periodista asesinada en Moscú el 7 de octubre de 2006 en circunstancias aún no aclaradas y sin que se haya sentenciado a ningún responsable hasta la fecha. Politkóvskaya había realizado profundas investigaciones sobre los crímenes de guerra cometidos durante la Segunda Guerra en Chechenia por el Ejército Ruso bajo las órdenes de Vladimir Putin, entonces Primer Ministro de Rusia y candidato a la presidencia. Al respecto, diversos periodistas han incluso recolectado pruebas de que los atentados terroristas en Rusia atribuidos a rebeldes chechenos (y que servirían a Putin para justificar el inicio del conflicto) fueron realmente autoataques cometidos por altos mandos de la antigua KGB, agencia de inteligencia a la que Putin perteneció. 

¿Se trata de una controversia únicamente religiosa? Me parece que no. Más si consideramos que las Pussy Riot se habían presentado previamente en distintas plazas públicas tocando canciones en contra del gobierno de Putin y exigiendo su dimisión. ¿Hará caso Rusia a las críticas de gobiernos como el de Estados Unidos o el de Inglaterra, quienes solicitan se reconsidere la sentencia? Lo dudo aún más. El contexto geopolítico impide un cambio en la de por sí hierática soberbia de Putin, quien no está dispuesto a mostrar el menor signo de flaqueza ante las opiniones de occidente.

lunes, 13 de agosto de 2012

LA IDEOLOGÍA CONTRA SÍ MISMA

Hace unos días escuchaba a una persona de izquierda – él mismo se considera así – defender a las FARC como un movimiento revolucionario legítimo, a lo cual le objeté, entre otros aspectos, que ese grupo guerrillero ha recurrido a actividades terroristas. Me replicó que no era verdad, que esas acusaciones eran propaganda reaccionaria. Desconozco si esa persona ignoraba que las FARC han recurrido a prácticas como el secuestro, el uso de coches-bomba y animales-bomba, ataques a la población civil, el desplazamiento de poblaciones indígenas de sus territorios, narcotráfico, entre tantos otros etcéteras por las cuales considero difícil – por no decir absurdo – legitimar un movimiento sólo porque sostiene un discurso marxista-leninista. Lo que sí me queda claro es que ese tipo de resistencia a la crítica de movimientos o personas que comparten la ideología de uno se ha convertido en un denominador común entre mucha gente de mi edad que se ha unido a distintos partidos políticos o movimientos sociales. 

Todo aquél que adopte una postura política, sea cual sea, debe preguntarse si asume una ideología o se somete a ella, que no es lo mismo. Se puede ser de izquierda sin negar el atropello a la libertad de expresión cometida por Chávez en Venezuela o el aparato omnipresente y absolutista que ha construido Ortega en Nicaragua o la persecución de homosexuales cometida en Cuba durante el gobierno de Castro o, por supuesto, el terrorismo de las FARC. Del mismo modo, alguien que se ubique en las antípodas ideológicas de los movimientos de izquierda debe ser capaz de reconocer el respeto al derecho internacional humanitario por parte del EZLN y su amplia disposición a dejar las armas por el diálogo o el exitoso modelo construido por gobiernos de izquierda en el Cono Sur o la ingenuidad de argumentar que, de haber llegado a la presidencia, López Obrador hubiese convertido a México “en otro Cuba” o que no se puede estigmatizar a todos los que salen a manifestarse como “porros” que no quieren trabajar o estudiar. 

Ya no es momento de absolutismos ciegos con el que algunos asumen los vértices ideológicos tanto de la izquierda como de la derecha. Ya no es momento, incluso, de limitarse a esos dos adjetivos. Basta ya de obsesiones con los “ismos”. Sería mejor, en todo caso, generar nuevas formas de pensamiento menos absolutas y más allá de las ideologías preestablecidas, teniendo como único compromiso inamovible la búsqueda de la verdad. ¿Acaso no fueron la verdad, la objetividad, la crítica y la libertad las que motivaron a las ideologías? No veo porqué negarse el privilegio de estas cuatro virtudes.

martes, 7 de agosto de 2012

SOBRE EL MEMORIAL A LAS VÍCTIMAS

El proyecto de Felipe Calderón para la construcción de un monumento a las víctimas de la violencia en México posee, desde mi punto de vista, diversas inconsistencias si se atiende al rol que ejerce ese tipo de espacios en la pedagogía de la memoria. Expongo brevemente, a criterio del lector, algunos puntos esenciales: 

PRIMERO: Para hacer un monumento a las víctimas es indispensable la participación de las mismas. Los memoriales de graves violaciones a derechos humanos son en sí una forma de reparación, por lo que su planeación debe considerar las opiniones de las víctimas y sus familiares, cosa que no ocurrió en este caso. El monumento que se pretende es, desde su origen, ajeno a las personas que pretende redimir.

SEGUNDO: Un memorial de graves violaciones a derechos humanos debe hacer visibles a los invisibles: deben ser nombres, apellidos y, de ser posible, rostros. Implica el reconocimiento de que las víctimas lo son, empoderándolas como actores claves para su propia reparación. El proyecto no incluye una lista de las personas asesinadas y desaparecidas identificadas hasta el momento. Es un monumento a un concepto abstracto, no a personas determinadas que deben ser concebidas como individualidades por el Estado y la sociedad.

TERCERO: Además de reconocer a las víctimas, el monumento debe reconocer a los victimarios. ¿Víctimas de quién? No se es víctimas por generación espontanea. El reconocimiento de la existencia de víctimas debe significar el reconocimiento cuando menos de posibles victimarios: actores ilegales, paraestatales y/o estatales. El monumento en sí debiera ser un acto de humildad por parte del Estado, cosa que no ocurre en el proyecto presentado.

CUARTO: ¿Cómo poner un monumento a las víctimas junto a un campo militar cuando muchas de ellas tuvieron como victimarios a militares? Evidentemente sería absurdo acusar a una institución entera por determinados actos cometidos por una parte de sus miembros, pero no está en discusión la existencia de violaciones a derechos humanos por elementos castrenses. Lugares idóneos para erigir el memorial pueden ser muchos, pero sin duda alguna no en el Campo Marte.