lunes, 28 de mayo de 2012

EGIPTO: EL REGIMEN DESPUÉS DEL REGIMEN

Hasta antes del Golpe de Estado contra la monarquía en 1953, Egipto había buscado erigirse como un “Estado liberal modernizador” concentrando gran parte de sus esfuerzos en europeizarse y procurar un acercamiento con Occidente. Con la llegada del nasserismo, el país tomó una dirección completamente opuesta. Antioccidental, nacionalista, socialista, monopartidista, de profunda influencia militar e islamista, el modelo de Estado construido por Gamal Abdel Nasser predominaría en Egipto por más de cincuenta años y sería perpetuado por los gobiernos sucesores: el de Anwar Sadat – quien buscó la “liberación” de Egipto sin mucho éxito – y el de Hosni Mubarak. Éste último retomaría la esencia del nasserismo realizando apenas ligeros cambios en materia de política exterior, como los acuerdos de paz con Israel. Sin embargo, el nasserismo pareciera no haber sufrido grandes cambios en su esencia. Así, las décadas perdidas por los fallidos resultados de ese sistema fueron, en gran medida, el detonante de la Revolución egipcia. 

Este año, por primera vez, el presidente de Egipto será elegido por la gente. El resultado de la primera vuelta en los comicios ha dejado atónita a la sociedad egipcia: deberá elegir entre Ahmed Shafiq, Ex Primer Ministro del gobierno de Mubarak, y Mohamed Morsi, candidato de la Hermandad Musulmana. El primero, de llegar al poder, representaría al régimen como fruto de la caída del mismo, contradicción absurda que reduciría los esfuerzos de miles civiles durante el levantamiento a un tortuoso trámite de transmisión de poder para la supervivencia de un régimen. El segundo, representaría un retroceso ante los pequeños e incipientes pasos democráticos dados en el país. La determinación de Morsi por dar cumplimiento a la Sharia (ley islámica) amenaza la tranquilidad y libertad de ciertos sectores de la población, como los cristianos coptos y las mujeres partidarias de un mayor reconocimiento de sus derechos. 

No sólo es preocupante que ninguno de los dos candidatos sea el mesías revolucionario que muchos esperaban subiese al poder después de la caída de Mubarak, sino que el país sigue gobernado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Esto resulta un punto trascendental si se tiene en cuenta que los gobiernos de Nasser, Sadat y Mubarak se caracterizaron por la omnipresencia del ejército en la vida política y civil. Ninguno de los dos candidatos parece dar garantías de revertir esta situación. El panorama es desalentador para muchos: la primavera en la Plaza Tahrir pareciera haber terminado. 

Egipto vive un momento decisivo en su historia. ¿Fue la revolución tan sólo el cierre súbito de una etapa y el inicio de una nueva para el longevo sistema nasserista? Sería lamentable que así sea. La llegada del nuevo presidente determinará, en gran medida, el futuro para este país del Magreb. Quizá el fin de una revolución sea tan sólo el verdadero principio de ésta.

martes, 22 de mayo de 2012

CARTA AL PORTADOR

Estimada lectora, estimado lector

Usted puede salir a las calles y unirse a cualquier reunión, marcha o manifestación cuando así lo considere. Mi bisabuelo no podía. Él era un periodista y escritor que no estaba de acuerdo con el gobierno en turno. Fue amenazado varias veces y terminó detenido en más de una ocasión. Lo condenaron a muerte como a muchos otros (algo que se ha omitido en la historia oficial: a principios del siglo pasado se colgaba a los disidentes sobre Paseo Montejo), pero logró escapar a Cuba donde vivió unos años en el exilio. Mi bisabuelo no podía participar en algún tipo de reunión ciudadana, aunque fuese pacífica, porque la libertad de expresión era un privilegio. 

Existe una enorme diferencia entre el México que le tocó vivir a él y el que nos ha tocado a nosotros. Hoy día la libre manifestación de ideas no sólo es un derecho, sino un deber ciudadano para participar en el ejercicio democrático. No sé si Usted apoye o no a Enrique Peña Nieto. Está en total libertad de hacerlo o no. Pero, si Usted simpatiza con él, debe saber que cualquier persona que pretende alcanzar un cargo político se expone a sí mismo al escrutinio público. Si llega a ser presidente, Peña Nieto deberá respetar el derecho de todo aquél que no esté de acuerdo con él a manifestarlo de manera libre y abierta. Si apoya a Peña Nieto tiene el derecho de organizarse y participar en actos apoyándolo. Hágalo. Todas las voces deben ser escuchadas. Pero no hay que estigmatizar de “revoltosos” o “acarreados” a los que no lo apoyamos. Es por eso que movimientos como #MarchaYoSoy132 deben ser respetados y tolerados. 

Hace unos días, Enrique Peña Nieto presentó un “decálogo” con los principios que regirían su gobierno. Dos de ellos están íntimamente relacionados con la libertad de expresión y los medios de comunicación. Si el candidato piensa cumplir realmente ese decálogo – lo cual espero que así sea – no puede acusar a un movimiento pacífico de dividir al país o de sembrar el odio. Me parece que estas manifestaciones deben ser un ejercicio de tolerancia para el que pretende ser el futuro presidente del país y sus simpatizantes. Nosotros, los que no estamos de acuerdo con el proyecto de nación que ofrece y con el manejo de los medios de comunicación a su favor, respetamos el derecho de los que opinen diferente. 

Una sociedad que no está bien informada no es plenamente libre. La #MarchaYoSoy132 es el ejercicio legítimo de una sociedad que desea estar bien informada. Tiene Usted, si apoya a Peña Nieto, el derecho de réplica y a organizarse también, pero nada de libertades condicionadas: la expresión pública es de todos. Mucha gente ha sufrido en el pasado por ejercer esta libertad. Ya no estamos para repetir la historia de generaciones pasadas como la de mi bisabuelo. 

Sinceramente, 
un ciudadano dispuesto a convivir y a respetarlo a Usted, apoye o no a Peña Nieto.

martes, 15 de mayo de 2012

TRANSGÉNICOS: RETO DEL PRÓXIMO GOBIERNO EN YUCATÁN


En la Península de Yucatán cerca de quince mil familias dependen de la producción de miel. Más de diez mil toneladas de miel generan anualmente un derrame económico de trescientos millones de pesos. La importancia de este sector productivo para nuestra región es incuestionable. A pesar de ello, destaca el poco protagonismo que ha tenido este tópico entre los candidatos a la gubernatura del Estado como parte de sus propuestas de campaña. Pero sería más lamentable aún que nosotros como sociedad nos mantuviésemos desinformados ante la actual crisis que vive ese sector productivo.

Desde 2011, la polémica empresa estadounidense Monsanto fue autorizada para sembrar treinta mil hectáreas de soya transgénica en nuestra región. Como consecuencia, el polen de la soya transgénica ha contaminado la siembra de la miel. Esta alteración en el cultivo ha sido detectada por la Unión Europa, destino del 90% de la producción de miel mexicana. Debido a los estrictos estándares que impiden la entrada de productos transgénicos al territorio europeo, la economía regional se ha visto seriamente afectada y se calcula que podría generar pérdidas de hasta doscientos millones de pesos. A pesar de ello, Monsanto espera sembrar este año cerca de doscientas cincuenta y tres mil quinientas hectáreas de soya transgénica en la Península de Yucatán, Chiapas y la Huasteca.

Esta semana Aké, Mayapán, Kabah, Oxkintoc, Izimal, Kulubá, Dzibilchaltún, Ek Balam, Chichén Itzá y Xtampac fueron el escenario de protestas simultáneas para solicitar que la Península sea declarada territorio libre de transgénicos. El Pueblo Maya, con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales, ha iniciado una lucha urgente para impedir el deterioro del medio ambiente, la salud y la economía en la región. El objetivo es claro: detener el paso de Monsanto o de cualquier otra empresa que intente introducir transgénicos en el cultivo.

Este es un tema que debe encabezar nuestras preocupaciones a la hora de decidir a quiénes elegiremos como gobernadores en los tres estados de la Península. En el caso específico de Yucatán, nuestra meta debe ser no llegar a las urnas sin que los señores Olivia Guzmán Durán, Joaquín Díaz Mena, Rolando Zapata Bello y Eric Villanueva Mukul nos hayan manifestado de manera precisa su posición, así como sus propuestas para solucionar esta problemática. ¿Qué harán con el avance de los productos transgénicos en Yucatán? ¿Cuál debe ser la estrategia para defender la producción de la miel? Debemos posicionar este asunto como prioridad en la mesa de discusión y exigir propuestas concretas al respecto. Son este tipo de temáticas y no asuntos secundarios los que debe acaparar nuestra atención durante la contienda electoral.