jueves, 15 de abril de 2010

Por qué no voy a votar*

Originalmente había planeado abordar el tema de las próximas elecciones durante las dos semanas previas a los comicios, pero es tanto lo que uno como ciudadano puede decir durante estas campañas que no pude resistir la tentación de adelantarme. Espero puedan servir de algo mis humildes observaciones para todo aquel que, a diferencia mía, sí va a votar este dieciséis de mayo. Sin afán de restarles importancia a los otros candidatos, me centraré únicamente en los dos que han obtenido una mayor proyección en los medios locales, con el fin de dar mis perspectivas sobre lo que podría y lo que no debería suceder en los resultados de la votación.

Probablemente estas elecciones pasen a la historia por ser la primera vez que Mérida y sus habitantes han elegido alcalde meses antes de que se abrieran oficialmente las urnas. Lo hemos decretado de manera expedita en las calles, los cafés, las escuelas, las discos, los almuerzos familiares y en la prensa. Sea cual sea nuestra filiación política, militantes de uno u otro partido (o de ninguno) dan por un hecho quien será la próxima presidenta municipal. Pero esta predicción podría tratarse de una simple profecía que amenaza con cumplirse a sí misma. ¿De qué sirven las elecciones si dejamos nuestro voto ir con la corriente de lo que ha sido anunciado en la prensa como un resultado inminente? Y lo que pienso cuestionar no es si ésta señora va o no a ganar las elecciones, sino la actitud de nosotros, los ciudadanos, ante las votaciones próximas.

Cierto es que Beatriz Zavala no ha sido la candidata que más ha destacado. Por lo que percibo (corríjanme los panistas si estoy equivocado), esta señora ha tenido que batallar con una campaña pésimamente asesorada, sin una estrategia concreta para poder convencer y simpatizar con el electorado. Limitándose a vanagloriarse de los “veinte años de éxito” en el gobierno, el PAN se demostró sin ideas nuevas, sin mucho que decir y con poco contacto con las principales preocupaciones de los ciudadanos. Como agravante, los sectores menos afortunados de Mérida vieron con desconfianza el discurso romántico que trataba de convencernos de que todo en la ciudad está bien y que sólo hay que “mantenerse así”.

Esto ya se veía venir desde las elecciones pasadas para diputados federales. Por acuerdo federal, al menos la mayoría de los candidatos de éste partido presentaron el mismo paquete de iniciativas con la intención de garantizarle al electorado su cumplimiento una vez que hayan ganado la mayoría parlamentaria. Esto no sucedió, entre muchas otras posibles causas, por una en particular: el PAN olvidó como siempre que los mexicanos votan mirando sus carteras. Si bien el narcotráfico es una emergencia nacional que tiene en una suerte de estado de sitio a distintas partes del país, a la hora de elegir las propuestas más llamativas, la gravedad de la crisis económica y la falta de oportunidades se vuelven prioridad para gran parte de la población que en su mayoría no han sufrido la amenaza del crimen organizado de manera directa y personal. Ni hablar de lo que esto significa en Mérida, donde aún vivimos en una burbuja rosa donde podemos fingir que no hay narcotráfico porque no lo vemos de forma latente en tiroteos o balaceras. Ojalá y nos duré el cuento. Pero mientras no seamos Ciudad Juárez, el tema del narcotráfico produce en el meridano el mismo impacto que al mexicano promedio le produce las noticias del movimiento armado en Sri Lanka. Se trata de una barbarie, preocupante, pero que no representa una prioridad en lo que se refiere a su situación personal. Lo mismo pensarán en Sri Lanka sobre las muertas de Juárez.

Así se dieron las cosas. Con propuestas dirigidas a los empleos (sobre todo de universitarios y recién egresados) y la creación de becas y otros apoyos para la juventud, el Partido Revolucionario Institucional llega a estas elecciones municipales con un segundo aire de popularidad, gracias a que decidió apostarle a los jóvenes (y luego aprovecharse), quienes actualmente son la mayor parte del electorado.

Pero el PRI también debe cuidar los movimientos que haga al aprovechar estas ventajas. Con una gobernadora cuya popularidad va en declive y diversos episodios que ponen en tela de juicio muchos aspectos de su administración, el PRI está acumulando descontentos en una olla a presión que podría estallar en el momento más inoportuno políticamente hablando, como las elecciones para gobernador estatal, por decir un ejemplo. Si Angélica Araujo gana, llegará a la alcaldía con una ciudadanía cada vez más desconfiada de la “nueva” etapa priísta, producto de una serie de errores que se han valido la indignación y hasta la burla del la opinión pública (como ejemplo, bastará con decir Chichén Itzá). Veríamos a una alcaldesa que llega al poder sin el respeto y confianza que una autoridad debería inspirar, incluso entre ciertos grupos priístas.

Pero yo no voy a votar. No hay vuelta de hoja en el asunto y es un hecho. Y no lo haré por una sencilla razón: perdí mi credencial de elector. Los que son un poco más responsables que yo al llevar su identificación a una disco, tienen la responsabilidad cívica de hacerlo. Me parece ridículo que muchos no voten resignados al decreto social que se ha hecho sobre quién ganará. El que esté en posibilidad debe votar para que, en caso de que ésta señora gane, sea porque realmente la mayoría de la población la eligió y no porque el abstencionismo puso las estadísticas a su favor. Y quién sabe, podríamos darnos sorpresas con los resultados, cosa que ya ha pasado en la historia de nuestro estado, como en algunos distritos en las últimas elecciones para diputados federales. Yo tendré que conformarme con las consecuencias y abstenerme de ejercer mi derecho a opinar durante el siguiente gobierno local (lo cual, siendo sincero, dudo cumplir).

De más está decir que gane quien gane, únicamente deseo lo mejor para esta ciudad que me ha visto crecer y que amo como a ningún otro lugar lo haré. Las urnas los esperan. Independientemente del resultado, asegúrense de que sea contundentemente una decisión de la mayoría. Por mi parte, prometo tener más cuidado con mi identificación y estar de nuevo activo para cuando haya que elegir al gobernante de nuestro estado.

(*) Artículo publicado en la Revista Peninsular


Epílogo: Ahora también, finge que te gusta desde Twitter (http://twitter.com/hojasencenicero) y Facebook.

5 comentarios:

Yoyirs87 dijo...

Jjajajajjaja, muy bueno Kalycho jajjajjaa, la razíon por la que no votarás, jajjaja el pri "nuevo"??? nos dió en la mais muchisimos años jajaja. Yo si votaré, a menos que se pierda mi credencial de elector jajajjaa.

Anónimo dijo...

Es fácil explicarse el arrastre que tiene el PRI con la juventud yucateca... se trata de una generación que no vivió (o era demasiado pequeña para darse cuenta) el autoritarismo, el sinismo y la falta de rumbo político que caracterizaron ocho décadas de un gobierno emergido de un espejismo de revolución, y por demás, de esta nuestra generación, muchos no son capaces de tomar un simple libro de historia e intentar ser un poco analítico con ella, que con ello bastaría para comprender que el logro histórico de sacar al PRI del gobierno tomó mucho más tiempo y esfuerzo que la propia revolución mexicana: treinta años de Don Porfirio contra una sucesión de presidentes, incluídos desde el más "izquierdista" de la historia (Lázaro Cárdenas) como el más "derechista" de la misma (Carlos Salinas), sin una visión clara de país más que una fuente de riqueza fácil, pues los saqueos y la corrupción se pactan a diestra y siniestra, y cuando se tiene el poder de acribillar cualquier brote de manifestación social (léase 2 de octubre del 68) o aplastar a la incipiente oposición (desde los robos de urnas a punta de pistola hasta los métodos más modernos como una "caída del sistema"), se comprende que el año 2000 no fue un éxito de Vicente Fox o del PAN, sino la culminación de una etapa de un gobierno frívolo al que han denominado "la dictadura perfecta", y es sorprendente incluso que a pesar de esta conquista a nivel federal, aún existen numerosos Estados de la República (Edomex, Oaxaca, Veracruz, Campeche, Puebla... en donde, creo, son justificadas las alianzas "PAN-PRD", criticadas por tantos, sin duda olvidándose de este gran detalle) en donde continúa habiendo un control estremecedor de un partido avasallante que se funda en la demagogia (para lo que conviene mantener al pueblo en la ignorancia) para sostener sus cacicazgos. Ojalá nuestro Yucatán no regrese a donde poco a poco parece dirigirse. Ojalá y Yucatán despierte. Ojalá que la juventud lea y analice. Ojalá no hubieras perdido tu credencial de elector.
José Eduardo

Mario A. Carrillo R.-Valenzuela dijo...

Ojalá resucitara Felipe Carrillo Puerto. Ojalá Mérida no fuera regida por la clase alta y Yucatán por los meridanos divinos. Ojalá los yuppies de nuestra clase media no se dejarán llevar por la indiferencia o, peor, por "el estatus" de estar en las juventudes priístas y las falsas promesas que les brindan. Ojalá pudiéramos levantarnos y tomar el palacio de gobierno.

eL dijo...

Por ya haber dado mis comentarios personalmente al autor, me limitaré a comentar/complementar al ilustrísimo Mario A. Carrillo R.-Valenzuela algunas cosas:
1.- Yucatán no se rige por meridanos divos, sino de todo el estado, pruba de lo anterior la "Dzemuleña diva".
2.- El problema no es que quienes rigen a nuestra ciudad sean de clase alta, sino que entran como de media y salen como de alta (misteriosamente).
3.-Creo que levantarnos y tomar el palacio (de la forma en la que me da la impresión que lo plasmas) fue una necesidad del pasado, romántica para hoy me atrevería a decir. Ojalá y pudiéramos llevar al palacio a la gente adecuada por la vía de procesos democrátticos.

Saludos a Xalapa. Éxito!
Un abrazo desde Mérida.
Elías Lixa

Anónimo dijo...

nO SE de politica, soy ciudadana que no se de que clase me llame pero votare, por ingenua a lo mejor porque bien sabemos que el que suba sera lo mismo, mientras esta persona no tenga valores. valores que los mexicanos hemos ido perdienro. Valores que sin ellos los políticos seguirán haciendo leyes como la de cobrar impuestos a los pensionados. porfavor diganme que es eso! se que no depende quizá de estas elecciones, pero que alguien me ayude y me diga cómo parar esta autodestruccion mexicana? Los diversos paises se estan deteriorando por causas ambientales, pero México es un caso digno de la verguenza: Autodeterioro. El mexicano trabaja para pagar impuestos y hasta por trabajar. Es algo que ultimamente me indigna, realmente podremos acabar con este problema algun día?
Si no es el lugar ni el momento para publicar algo de éste tema disculpen, pero como dije, es algo que me indigna mucho.