domingo, 22 de mayo de 2011

LOS QUE SOSTIENEN EL PODER

A continuación presento lo que será la primera parte de un pequeño análisis personal de algunos de los políticos que actualmente gobiernan los países de América Latina. Trataré de ser breve y conciso en cuanto a mi visión sobre cada uno de ellos.

Argentina: Cristina Fernández

Activista de Derechos Humanos en su juventud, se casó con el abogado de izquierda Néstor Kirchner en 1975, con quien se mudó a Santa Cruz, provincia en la que iniciaría una ascendente carrera política. Fue ella y no Martha Sahagún, ni Hillary Clinton la que pudo darse el lujo de convertirse en 2007 en la sucesora presidencial de su propio esposo. Con un carácter fuerte y determinación – en algunos casos, incluso autoritarismo – debe reconocerse que ha sabido manejar el legado del fallecido Kirchner, quien logró rescatar en buena medida a Argentina de la gran crisis sin precedentes que azotó al país durante el gobierno de De la Rúa. Ahora, cuando resultan obvias – aunque no públicamente declaradas- sus intenciones de reelegirse a la presidencia, deberá manejar lo mejor posible distintos escándalos que giran en torno su persona, incluyendo su cada vez más discutida adicción a fármacos como el citalopram y etilefrina, anti-depresivos que podrían ser el motivo de distintas recaídas que ha sufrido desde 2010, las cuales le obligaron a suspender momentáneamente sus actividades. De cualquier forma, su afán por mantener el control de toda situación no le impedirá hacer lo imposible por ser reelegida.

Bolivia: Evo Morales

Hace una década, Evo Morales lideraba las principales protestas en su país desde el sindicado de cocaleros. Ahora es él quien, desde el Palacio Quemado, debe confrontarse al mayor número de protestas vividas en el país en los últimos 41 años. ¿Cómo puede explicarse este diametral cambio de posición? ¿Cuál fue el error que cometió para pasar de demandante social a autoridad demandada? A pesar del peso político y el valor espiritual y simbólico que representa la llegada al poder de un indígena aimara al poder, Morales ha demostrado su incapacidad en gestión gubernamental. El descontento social por el aumento salarial incumplido es prueba de ello. Sin detrimento de importantes cambios que ha significado su gobierno, no ha sabido concretar sus propios planes de gobierno. Que ciudades como Trinidad y Cochabamba, las cuales fueron determinantes en las elecciones para su llegada al poder, ahora sean focos céntricos de protesta no resulta cosa menor, teniendo en cuenta la ya difícil polarización del país desde su llegada al poder. Aún queda la deuda pendiente con la opositora Media Luna Occidental, liderada por Santa Cruz, la ciudad de mayor auge económico del país, donde no ha podido aún ganarse la confianza de los sectores más acaudalados del país, al mismo tiempo en que ahora pierde la de los sectores más populares. Pudo convertirse en un símbolo pero ¿podrá demostrar su capacidad de gobernabilidad?

Brasil: Dilma Vana Rousseff

Es todavía pronto para hacer un examen pertinente sobre su incipiente gobierno, pero no hay duda alguna en que su gestión se caracterizará por el enorme peso que queda sobre sus hombros. Dilma es la sucesora de quien fuera uno de los pocos presidentes latinoamericanos de los últimos años que se ha dado el lujo de retirarse con un alto nivel de popularidad. Si bien el auge económico de Brasil tiene realmente su origen en las políticas del ex presidente Cardoso, Lula se encargó de darles impulso y una firme continuidad, heredándolas a su sucesora en los puntos más altos de eficacia. Sin embargo, los retos no han tardado en llegar. Las relaciones con su homónima argentina no han empezado de la mejor manera, sobre todo después de que Marco Aurelio García, principal asesor de asuntos internacionales de Rousseff, confesara recientemente que sí hubo una “minirepresalia” contra Argentina en la restricción para el ingreso de automóviles argentinos. Aunque se trata de una “pequeña” crisis diplomática – la cual no es ni la primera ni la última entre ambas naciones – Dilma deberá evitar que sea el origen de un futuro deterioro en las relaciones del Mercosur. Asimismo, el conflicto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la OEA por el tema de la construcción de la presa en Belo Monte y las acusaciones de agiotismo en contra de su Jefe de Gabinete figuran como sus primeros grandes retos, los cuales ayudarán a un mejor pronóstico de lo que será su administración.

Chile: Sebastián Piñera

¿Cómo explicar la llegada de Sebastián Piñera al poder después de cuatro gobiernos consecutivos de la Concertación de Partidos por la Democracia? ¿Cómo logró convertirse en el primer candidato de la derecha en conseguir el poder desde la caída de la dictadura de Pinochet? Las interpretaciones de este fenómeno han sido muchas, pero es destacable el abandono por parte de la izquierda de diversos espacios que fueron ocupados por la derecha, así como las divisiones internas del partido. De cualquier forma, Concertación ha tenido que asumir nuevamente un papel de oposición, posición desde la cual se ha opuesto fervientemente a la aprobación del Proyecto HidroAysén, el cual contempla la creación de cinco centrales hidroeléctricas al sur de Chile. El tema fue el centro de constantes interrupciones a la rendición de cuentas del presidente, al mismo tiempo en que más de cien mil personas protestaron en distintas ciudades, siendo Valparaíso el principal foco de concentración, en contra del proyecto hidroeléctrico, las reformas en materia de educación que favorecen a una minoría y los incumplimientos en materia sindical. Por si fuera poco, el presidente también ha recibido duras críticas por parte de la población homosexual del país, a quién prometió apoyar y representar durante su campaña, promesa que no sólo ha incumplido, si no que omitió mencionar en su rendición de cuentas.

Colombia: Juan Manuel Santos

Probablemente ningún presidente ha sorprendido tanto a la opinión pública en la actualidad. Este retirado periodista y ex Ministro de Defensa pasó de ser el fiel sucesor de Álvaro Uribe a encabezar un gobierno antípoda al de éste. A pesar de su carente habilidad para hablar en público, Santos se ha manifestado con firmeza y ha tomado decisiones contundentes y que resultaban urgentes durante el gobierno de Uribe. Probablemente las más destacadas hayan sido, hasta el momento, reconocer el conflicto armado en Colombia (negado por la antigua administración) y restablecer las dolidas y tortuosas relaciones con Venezuela, paso necesario para reactivar la economía dependiente del intercambio comercial con el país vecino. Sin duda alguna, después de sus primeros cien días de mandato ha demostrado ser un presidente impredecible que se ha ganado las críticas de muchos de los que lo apoyaron en campaña y el apoyo de muchos que votaron por su contrincante Antanas Mockus. Personalmente, considero que ha sido más inteligente y realista que Uribe, pero sobre todo, ha demostrado ser más valiente en el sentido político. Dependerá de él mantener la cordura y la buena imagen que ha ido ganando al inicio de su administración.

Costa Rica: Laura Chinchilla

Laura Chinchilla es, sin duda alguna, todo lo que podría esperarse de la candidata oficialista de Oscar Arias. Su principal defecto ha sido, precisamente, ser todo lo que se espera de la sucesora de Oscar Arias. Para su desgracia, no ha sabido ir más allá del viejo discurso del oficialismo costarricense donde la estabilidad social y política, las políticas ecológicas reconocidas internacionalmente y el incremento de la confianza para la inversión extranjera son los fetiches con los que se intenta conquistar la opinión pública a pesar de los múltiples errores de la administración. Heredera de la aprobación de los polémicos Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y China, así como de una demoledora crisis en el Congreso que impidió rendir su informe de gobierno, ha ido perdiendo la confianza de gran parte de la población. Su conservadurismo en materia social resulta alarmante, no sólo por su abierta oposición a los matrimonios homosexuales – y las acusaciones de homofobia por distintas declaraciones y participaciones en marchas contra este tipo de uniones- si no por su abierta oposición al establecimiento de un estado laico en Costa Rica, donde la religión católica sigue siendo la religión oficial. Pero, al igual que Arias, las prioridades del gobierno Chinchilla se encuentran más en el exterior que a nivel nacional. Como su antecesor, la imagen internacional y consolidar la institucionalidad costarricense, envidiable para muchos países en la región, ha sido el parámetro para medir su éxito, insostenible política que podría costarle las próximas elecciones al Partido Liberacionista.

Ecuador: Rafael Correa

Demagogo, populista, megalómano y con lapsus de irracionalidad que lo ponen al mismo nivel del exiliado ex presidente Abdalá Bucaram, pero algo he de reconocer a su favor: logró formar uno de los constituyentes más ambiciosos de la era contemporánea en Latinoamérica. La Constitución de Ecuador de 2008 se aleja bastante – no del todo – del lenguaje bucólico y romántico que caracteriza a las de Venezuela y Bolivia, aportando una nueva visión garantista del derecho. Si bien puede parecer bastante pretenciosa en algunos puntos (como la inclusión del “Sumak Kawsay” y “Ama killa, ama llulla, ama shwa” como conceptos jurídicos posteriormente traducidos), me parece que su alcance es bastante envidiable. La constitución contempla secciones especiales relativas a pueblos indígenas, mujeres embarazadas, personas con discapacidad, jóvenes y adolescentes, derechos de la naturaleza y adultos mayores, otorgando derechos que en muchos de nuestros países únicamente se han alcanzado por interpretación jurisprudencial. Es una lástima que las torpes decisiones y su mesiánica percepción de su propio gobierno haya opacado el logro constitucional alcanzado. Rafael Correa no se da cuenta, o no se ha querido dar cuenta, que ha estado perdiendo popularidad por no saber ser un gobierno incluyente desde el punto de vista económico. Todavía sigue viendo como enemigo a inversionistas extranjeros y nacionales, que si bien podrán estar diametralmente opuestos a su ideología, no dejan de ser un factor igual de esencial para la construcción de un Ecuador más sólido. Su megalomanía ha provocado, incluso, que la misma policía se haya revelado en su contra en 2009, lo cual él calificó como un “intento de golpe de estado”. Su principal objetivo ahora debe ser, sin duda, dejar de verse como mesías y comportarse como presidente, evitando declaraciones confrontativas relacionadas al “imperialismo” económico en Guayaquil por parte de empresarios.

Honduras: Porfirio Lobo

A pesar de que han pasado dos años desde el golpe de estado en Honduras, la opinión internacional en torno a la legitimidad del gobierno encabezado por Porfirio Lobo continúa dividida, tal como se encuentra la población de este país centroamericano. No podría esperarse menos, teniendo en cuenta las constantes violaciones a derechos humanos, la falta de libertad de expresión y la represión policiaca que aún constituyen un problema alarmante en el país. A pesar de los acuerdos firmados entre Lobo y Manuel Zelaya en Cartagena para asegurar el regreso de Honduras a la OEA y la repatriación del depuesto presidente, la paz y estabilidad en el país aún parecen lejanas. No existen condiciones para consolidar un estado de derecho en el país. La persecución de distintos comunicadores en los medios de oposición y la remoción de distintos jueces y magistrados que se opusieron al régimen golpista representa una clara continuidad de las políticas autoritarias del gobierno de facto. El acuerdo de Cartagena, para el cual Juan Manuel Santos fungió como mediador, podrá significar una victoria diplomática para Porfirio Lobo, pero aún queda una serie de asignaturas pendientes y urgentes en el orden interno. No será tan fácil convencer a la población hondureña de que el orden constitucional ha sido restablecido. Las prioridades de Porfirio Lobo deberán enfocarse, si en verdad quiere consolidarse como un régimen democrático, en recuperar la flagelada libertad de expresión y la independencia judicial, dos de los principios más afectados a partir del quiebre constitucional.

México: Felipe Claderón

Antes de hablar de mi presidente debo hacer una dolorosa confesión: yo voté por él. O mejor dicho, voté en contra de Andrés Manuel López Obrador. A pesar de que sostengo mi oposición a la llegada de éste personaje al poder, no dejo de sentir vergüenza por la administración de Felipe Calderón. Mi critica a su hemipléjica lucha contra el narcotráfico tiene su fundamento en ciertas consideraciones. Primero, que inició la lucha con un ejército que se encontraba en una profunda crisis interna, toda vez que carecía del apoyo político de muchos miembros del ejército. No es de extrañarse que la Marina ha sido un apoyo esencial, institución con la cual sí cuenta con un apoyo mayoritario. Segundo, inició la guerra con un ejército cuyo armamento se encontraba en pésimas condiciones: armamento y municiones caducadas, equipo logístico que necesitaba actualización, entre otros pormenores. Tercero, inició la guerra sin un estudio logístico y estratégico, sin conocer exactamente el número de carteles existentes y la forma en que opera cada uno. En pocas palabras, inició su empresa de forma apasionada, aprendiendo sobre la marcha contra quién se enfrentaba. Cuarto, inició el conflicto con la intención de convertirlo en una guerra express, que pudiese ser concluida antes del término de su sexenio. No creo que sea cuestión de debatir sobre si combatir o no el narcotráfico, sino la forma tan absurda con que lo ha hecho. Agregaré un quinto punto en contra: las constantes violaciones a derechos humanos por parte de militares, las cuales no son imputables per se a la presidencia, pero sí lo es la forma en que han sido minimizadas (incluso ocultadas) por el gobierno calderonista, describiéndolas como "daños colaterales" o "hechos aislados". Sí, voté por él, pero ahora apoyo su renuncia a pesar del poco tiempo que le queda en el cargo.

Nicaragua: Daniel Ortega

Me daré el lujo del radicalismo categórico: Daniel Ortega es uno de los tiranos más absurdos que ha conocido la región en las últimas décadas. Su megalomanía, el absurdo intento de disfrazar de legalidad un gobierno anti democrático es una verdadera vergüenza para un pueblo tan trabajador como el nicaragüense. No puedo otorgarle el adjetivo de político demagógico porque ni siquiera es capaz de manejar la voz pública para esos fines. Este ex guerrillero, resentido por la década que el Frente Sandinista de Liberación Nacional perdió por la Unión Nacional Opositora, no ha comprendido que el tiempo continuó corriendo después de la revolución en Nicaragua y lo que en un momento fue un movimiento justificado por su tiempo y su contexto, ahora resulta precario y obsoleto ante las nuevas realidades del país. Para describir su tiranía, bastará recordar que el sobrino de Muamar Gadafi es secretario y asesor personal de Daniel Ortega, quien originalmente habría ofrecido Nicaragua como refugio político para el dictador libio. Ante las próximas elecciones en el país centroamericano, es una tristeza su evidente permanencia en el poder por medios que, aunque aparentan ser legales, resultan evidentemente antidemocráticos. La independencia judicial es, sin duda, uno de los principios más vulnerados en su gobierno, el cual declaró anticonstitucional un artículo constitucional en virtud de una ridícula interpretación a un artículo transitorio, todo esto para interferir en la selección de miembros de la Corte Suprema. Pero la brutalidad de su gobierno terminará cayendo por su propio peso. Actualmente su hijastra ha iniciado un proceso contra el gobierno de Nicaragua por la violación que sufrió en manos del propio Daniel Ortega. Espero, como muchos, no tardemos en ver el fin de su gobierno.

Paraguay: Fernando Lugo

Humberto Vacaflor Ganam decía en un artículo que uno de los errores cometidos recientemente por Evo Morales había sido declarar públicamente que Fernando Lugo era “como un padre” para él, durante los festejos en Asunción por el Bicentenario de Independencia de Paraguay. Ciertamente el cómico análisis de Vacaflor era en torno a los escándalos que ha generado en el país sudamericano el reconocimiento de hijos que el ex obispo se ha visto obligado a hacer. Pero este presidente representa más que un claro ejemplo de la crisis que sufre la Iglesia Católica por los escándalos de desobediencia por parte de sus obispos. Siendo un político de izquierda y al mismo tiempo sacerdote, Fernando Lugo se convirtió en el primer representante de la Teología de la Liberación en ocupar un alto cargo de gobierno. Siendo de uno de los países más pobres de Latinoamérica, no es de extrañarse que haya llegado al poder ostentando la imagen de líder religioso y, al mismo tiempo, un líder popular. Sin embargo, emprender su agenda política ha sido más difícil que ganar las elecciones. Aún quedan pendientes asuntos de prioridad para el país, muchos de los cuales tienen su origen en sus relaciones exteriores. Fernando Lugo no ha conseguido aún un trato más igualitario como miembro del MERCOSUR, así como las condiciones en que se administra la energía producida por la hidroeléctrica del Itaipú, de copropiedad con Brasil, país al que le corresponde el 98% de la energía, dejando a Paraguay únicamente con el 2% restante, de acuerdo con los tratados firmados en el pasado por los dictadores Médicí y Stroessner. Queda claro que Lugo deberá retomar estos temas en su agenda más pronto que tarde, los cuales serán esenciales para justificar su deseada reelección en el poder.