Desde el año 550, la ciudad de Ichkansijó (o T’hó) se erigía sobre estas tierras. Sin embargo, nos han hecho creer que la ciudad de Mérida emergió de la nada en 1541, como si no hubiese existido algo antes en el sitio. Como si la gente que ya habitaba no hubiera sido gente o, al menos, no lo suficiente como para que la historia oficial la abarcase. Mientras Hernán Cortés es reconocido a nivel nacional como un victimario sombrío y codicioso, a Francisco de Montejo se le recuerda con júbilo por haber “fundado” la ciudad. Pareciera, incluso, que algunos le agradecen haber realizado ese quiebre entre la “vergüenza indígena” y el futuro de prosperidad para los yucatecos, quienes, según los meridanos, son sólo los meridanos blancos.
El presente no es menos ingrato con el pueblo maya. Ellas y ellos, ignorados, rebajados a temática para parque de atracciones y eventos gubernamentales, son sólo elogiados como pasado, residuos y ruinas. Como si fuesen un pasado ya superado que se ha fugado ilegítimamente y hubiese invadido nuestra época de modernidad. En lugar de ser entendidos como un presente que merece ser reivindicado, las y los mayas son ignorados y menospreciados.
En marzo del 2011, Ivonne Ortega emitió un decreto en el cual declaró el año 2012 como el “Año de la Cultura Maya”. Para ello, se creó un Comité de Planeación que, entre sus miembros, no contaba con ningún representante maya. El Pueblo Maya ni siquiera fue mencionado en el decreto. Ni siquiera se contempló su participación en el desarrollo de las actividades, mientras que sí se incluyó al sector privado, turístico y gubernamental.
Ahora nos encontramos en vísperas del Festival Internacional de la Cultura Maya. Sin lugar a dudas, la cartelera del festival es sumamente atractiva y no quisiera ser hipócrita: muy probablemente terminaré asistiendo a más de un evento. Sin embargo, este loable esfuerzo sigue utilizando la imagen de los mayas (del pasado) con efectos mercadológicos, sin fomentar la inclusión de sus manifestaciones artísticas del presente. En respuesta, el Pueblo Maya ha organizado el Festival Maya Independiente “Cha’anil Kaaj” (http://www.fiestadelpueblo.org/), el cual recorrerá diversos puntos del Estado. Ahí sí, el núcleo de la oferta cultural está hecho por y para los mayas. Por supuesto, los no-mayas también estamos convocados. Por supuesto iré a lo que pueda.
La propuesta es, en sí misma, una señal de la inconformidad de los mayas (quienes conforman el 50% de la población del Estado) hacia las políticas implementadas por varios gobiernos, las cuales han cooperado a su exclusión, al exterminio de su lengua y a su humillación, reservando su reconocimiento y aprecio únicamente a las galerías de los museos. Yucatán nunca será lo que anhela hasta que no comprendamos que la inclusión y la diversidad son el camino. Ellas y ellos ya se nos adelantaron: están construyendo y reivindicando su presencia.
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